"Letonia no devaluó su moneda
ni se dejó tentar con las promesas de crecimiento
de una política populista de mayor derroche.
Letonia logró credibilidad para impulsar
un crecimiento de sólidas bases económicas"
El "milagro económico" islandés se asemeja al de la Argentina en estos tumultuosos años de crisis económica, porque se equipara a alguien que vive muy bien del crédito por muchos años y no paga lo que debe, pero tiene la suerte, como el Avivato de las tiras cómicas argentinas, de encontrar nuevos "amigos" que le sigan brindando crédito. Vive bien, no ha cumplido con sus obligaciones y sigue recibiendo préstamos.
No obstante, el milagro islandés oculta un trasfondo de grave inestabilidad económica. Pocos hablan de que la Corona islandesa ha perdido desde 2008 el 80% de su valor frente al €uro, pese a las dificultades que la moneda europea está enfrentando también. Además, las infusiones de nuevos préstamos y la falta de pago de préstamos antiguos ha provocado un 41% de inflación durante los últimos 4 años, más o menos al nivel de los países al borde de la quiebra en Europa, como España y Grecia, obligando al gobierno islandés a aumentar las tasas de interés cinco veces desde agosto de 2011. A su vez, el volumen de ahorros es el más bajo de su historia reciente, el poder adquisitivo se redujo más de un 20% y los valores de las propiedades se han derrumbado y no muestran señales de lograr un auge futuro.
Todo esto pese a que se negaron a aceptar las responsabilidades contraídas con sus acreedores y a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) los "premió", sin embargo, con nuevos fondos de estímulo grandemente acrecentados por la generosidad de sus otros hermanos nórdicos, que acudieron con miles de millones de €uros y Coronas al rescate. No cabe duda de que si cualquier país puede renegar de la mayor parte de sus deudas (como también lo hizo Argentina), devaluar grandemente su moneda, mantener el nivel de gastos e imponer controles al capital, le será fácil mostrar cifras positivas de crecimiento económico mientras sale del abismo empujado por los demás.
El argumento por el que se intenta justificar la política islandesa, desconociendo sus obligaciones financieras, se basa en que los inversionistas extranjeros apostaron a inversiones de alto riesgo y deben pagar su irresponsabilidad, y en que el Estado no debe hacer un rescate o salvataje de la banca privada con dinero público (como se hizo en EEUU), a lo cual se opusieron los ciudadanos islandeses en referendo. Pero la realidad fue que la deuda de esos bancos se basó en préstamos hipotecarios (la gran mayoría nacionales) que los deudores no pagaron. A la mayoría de los inversionistas extranjeros les vendieron derivativos que se basaban en el valor de las garantías colaterales a esos préstamos y en el nivel de interés de las hipotecas. Gracias a estas inversiones, los bancos podían prestar casi sin "equity" y los compradores se convertían irresponsablemente en propietarios de bienes que no podrían pagar.
El resultado fue que mientras que la mayoría de los deudores morosos pudieron conservar sus casas, los inversionistas extranjeros que hicieron posible que las compraran prácticamente sin inversión inicial no recibieron compensación alguna o apenas unos centavos (o céntimos) por cada €uro invertido.
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