El martes 20 de agosto apareció la noticia en la prensa española de que "los cubanos se preparan ante el esperado fin de la doble moneda" y hablan de una posible devaluación del CUC, una moneda convertible fantasma creada por el régimen en 1994 para reemplazar al dólar estadounidense en las transacciones comerciales dentro del país.
Como Cuba sostiene una economía dolarizada sin una moneda cotizable en los mercados cambiarios internacionales, el propósito original del CUC fue borrar la tasa desfavorable que oscilaba entre 20 y 30 pesos por dólar en el mercado paralelo interno (el peso cubano no vale nada en el exterior) y mostrar al mundo una moneda fuerte, cuyo valor tasaron originalmente a un pequeño porcentaje por encima del dólar estadounidense. A su vez, para el consumo internacional, el gobierno cubano equiparaba al CUC y al peso a 1:1 para los informes recopilados por organismos internacionales sobre el Producto Interno Bruto, el ingreso per cápita, etc.
Por eso los cubanos podían ver con asombro que Cuba figuraba con un ingreso per cápita muy superior a la realidad en esos cuadros estadísticos comparativos, pese a que los salarios en pesos se convertían a CUCs a una tasa de 24:1, lo cual significaba que el salario promedio de los cubanos era el más bajo del continente, incluyendo a Haití, y uno de los más bajos del mundo.
El gobierno cubano ha jugado con la moneda por más de medio siglo desde que Ernesto Guevara, a cargo entonces del Banco Nacional, destruyó el valor del peso cubano y recalcó su impertinencia firmando los billetes con el apodo de "Che". El "Che" Guevara soñaba con la disparatada noción de una sociedad sin dinero donde cada quien produjera según su capacidad y consumiera según sus necesidades. La moneda cubana desde entonces no ha sido más que un instrumento de control para el régimen cubano.
El CUC también tuvo el propósito de recaudar dólares a una tasa favorable, por la cual el gobierno cubano se quedaba con un porcentaje arbitrario.
Fueron surgiendo las "tiendas de dólares" que no recibían el peso cubano y cobraban a partir de la creación del CUC el mismo precio en esa seudomoneda que los precios fijados anteriormente en dólares, a pesar de la sobrevaluación artificial de la nueva moneda cubana. Años después, a partir del 14 de marzo de 2011, el Banco Central de Cuba anunció que el CUC se manejaría a paridad con el dólar. No obstante, añadió en su resolución que se aplicaría un gravamen del 10% "como compensación por los costos y riesgos ... como consecuencia del bloqueo económico". En otras palabras, que se le imponía al dólar un impuesto del 10%.
De esta manera, el gobierno cubano ha recibido un beneficio constante, de una forma u otra, directamente del ingreso de dólares, sobre todo los procedentes del turismo y de las remesas que cientos de miles de cubanos reciben del exterior, que son ambas las mayores fuentes de ingresos en divisas para el régimen.
Con el fenómeno del "cuentapropismo", recientemente institucionalizado en forma parcial, muchos cubanos lograban tener cierta cantidad de ahorros. Pero no podían depositarlos en dólares en ningún banco, sino solamente en CUCs. Para obtener los CUCs, por supuesto, sus ingresos en pesos producto de su esfuerzo se han estado cambiando a una tasa fijada en 24:1.
Estas nuevas medidas que forman parte de los rumores actuales de "cambio" serán otro medio que utilizará el gobierno para cobrar un impuesto disfrazado de tasa cambiaria a sus ciudadanos. La devaluación significa inflación. Cada CUC será capaz de comprar menos por su valor. Y el gobierno se quedará con una parte considerable de esos ahorros.
Esto no lo hace Cuba solamente. Ha pasado en muchos otros países. Argentina, por ejemplo, es una historia constante de devaluación monetaria. Pero esta devaluación cubana será caprichosa. Se fijará en cualquier proporción que el gobierno decida. No significa como en otras partes que la moneda se deje flotar para que recupere su valor de los niveles artificiales en los que la mantenía el control del gobierno.
Por lo tanto, la moneda cubana seguirá siendo una moneda fantasma que no se cotizará en ningún mercado del mundo. Es simplemente un bono del gobierno para comprar a los precios que el régimen decida en las tiendas regidas por el Estado.
Más de lo mismo. Así ha sido durante los últimos 53 años. Los resultados de un país rico en recursos naturales y en recursos humanos que se ha visto sumido en la extrema miseria no pueden achacarse al ridículo pretexto del "bloqueo" que esgrimen los hermanos Castro y sus testaferros. Sudáfrica padeció un embargo internacional que logró el fin del apartheid y la España de Franco un boicot internacional que la aisló de la recuperación Europea, pero esas medidas radicales que nunca ha sufrido Cuba en sus relaciones comerciales y financieras no desembocaron ni de lejos en un grado de miseria tan abrumador como el que sufren los cubanos.
La miseria de los cubanos es producto de la opresión totalitaria que ha desintegrado los incentivos de progreso de una sociedad sometida a los caprichos de unos pocos. Es el feroz bloqueo interno que ahoga la inventiva y el dinamismo de todo un pueblo.