Retirarse del Consejo de Derechos Humanos es un error monumental

Gerardo Martínez-SolanasUna política exterior orientada a reafirmar los intereses globales de los Estados Unidos es encomiable, pero se cometen errores que exigen una firme crítica. Aunque ha sido comprobado el hecho de que muchos funcionarios y miembros del personal de la UNRWA respaldaban y subsidiaban abiertamente a los terroristas de HAMAS, este hecho no tiene relación con la labor del Consejo de Derechos Humanos, aparte de que en el seno de este importantísimo organismo se hayan condenado los excesos cometidos por Israel en Gaza. Sencillamente porque esa es su función y los bombardeos indiscriminados que han causado la muerte de miles de civiles no son justificables para cualquier institución que defienda los derechos y la seguridad de las personas.

No obstante, esto no significa un apoyo al terrorismo espantoso de HAMAS por parte del Consejo de Derechos Humanos. La UNRWA y el Consejo son dos entidades muy diferentes. Por tanto, esta o cualquier otra justificación no bastan para que Estados Unidos se retire y ceda el paso a sus adversarios y enemigos en el Consejo. Es ciertamente lamentable que en la selección periódica de miembros al Consejo, los grupos de países por cada región del globo hayan elegido a países que representan la negación de los derechos humanos, tales como Cuba, Venezuela, Irán, China y otros por el estilo. Sin embargo, esa es una cuestión diplomática que debe manejarse entre bastidores para ejercer toda la presión posible orientada a que no ocurra en el futuro.
Los países de cada región eligen a los miembros de su región en la siguiente proporción: 

•    Estados de África: 13 asientos
•    Estados de Asia y el Pacífico: 13 asientos
•    América Latina y el Caribe: 8 asientos
•    Estados de Europa occidental y otros Estados: 7 asientos
•    Estados de Europa oriental: 6 asientos

Estos 47 miembros son elegidos por un período de tres años y NO son elegibles para Consejo de Derechos Humanosuna reelección inmediata. Entre los elegidos que ahora son miembros del Consejo, se cuenta la lamentable presencia de países como Cuba (que vence en 2026) o Viet Nam y China (que vencen en 2025) y algunos otros que pueden no estar en conformidad con la política exterior de Estados Unidos o de la Unión Europea, pero que no son tampoco violadores sistemáticos de los derechos humanos como política de Estado.

Es más, debe reconocerse que el Consejo estaba prestando atención creciente a la violación de derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como en otros países del mundo donde se violan sistemáticamente, escuchando numerosos testimonios condenatorios de la política de esos países y nombrando personal especializado para investigar las denuncias. Basta con leer sus informes. De hecho, la Oficina del Alto Comisionado, en su atención a América Latina, mantiene oficinas permanentes en Colombia, México, Guatemala, Honduras y una "misión de paz" en Haití, además de oficinas regionales subsidiarias en Panamá y Chile y asesores permanentes en todos los demás países de América Latina, incluyendo Venezuela.

Nada de esto justifica la retirada de Estados Unidos o de cualquier otro país democrático del Consejo de Derechos Humanos, lo cual representa en realidad una victoria para los enemigos de la democracia, que son los peores violadores de los derechos humanos, los cuales podrán entonces imponer sus agendas a nivel mundial con absoluta impunidad. La política correcta es darles el frente en ese foro internacional y manejar una eficaz presión diplomática entre bastidores para evitar que países sistemáticamente violadores de los derechos humanos puedan ser elegidos al foro donde esos derechos deben ser firmemente proclamados y defendidos, y esos países condenados al ostracismo internacional.

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