Democratic backsliding, disinformation, impunity, and authoritarianism are undermining democracy in Europe. People are increasingly afraid and frustrated. They see the international rules-based order that has built and secured our democratic societies unravelling before their eyes.
It comes at a time when democratic security – the resilience of our democratic institutions, freedoms, and values – is our first line of defence against the threats we face.
A collective response is needed.
There is no quick fix and no single solution. With the New Democratic Pact, the Council of Europe unites with its partners to boost solutions that work and create new responses. To identify them, consultations are needed.
Hay una tendencia generalizada entre muchos académicos, políticos y, sobre todo, medios de prensa, a calificar el sionismo de movimiento extremista, incluso al punto de que algunos llegan a acusar a ese movimiento de "terrorista" o, peor aún, de "nazifascista".
En todo movimiento o ideología se producen tendencias de agudo fanatismo que pueden merecer calificativos de "extremistas" o "terroristas" y entre los llamados sionistas podrían encontrarse personas y grupos motivados por el odio y el fanatismo, pero es injusto y mal intencionado aplicar esos calificativos al sionismo en general, sobre todo por parte de quienes asumen el papel de jueces sin conocer las raíces y motivaciones del movimiento y su ideología, haciéndolos blanco de campañas difamatorias.
Por tanto, es indispensable conocer esas raíces y motivaciones según las interpretan los israelíes porque son ellos, el pueblo judío, quienes las promueven. En pocas palabras, para los israelíes, el sionismo es la ideología política y el movimiento nacionalista que aboga por la creación y el sostenimiento de un Estado judío independiente en su tierra ancestral en respuesta a siglos de persecución judía que los despojó de ese territorio y en línea con el movimiento de autodeterminación de todos los pueblos del mundo que brotó a finales del siglo XIX y cristalizó en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial.
El sionismo en su versión moderna surgió a finales del siglo XIX, impulsado por el periodista Theodor Herzl y en respuesta al antisemitismo y la necesidad de un refugio seguro e independiente para los judíos. Hoy día, la mayoría de los israelíes que son judíos se identifican como sionistas y defienden el derecho del pueblo judío a la autodeterminación en su patria ancestral. Decenas de miles de judíos europeos que sobrevivieron al Holocausto emigraron al finalizar la guerra al entonces territorio bajo mandato británico que hoy es Israel, donde habitan con igualdad de derechos numerosas comunidades étnicas, entre ellas palestinos y drusos, además de personas de otras religiones. Israel tiene 9,5 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente el 75 % son judíos y el 21 % árabes. Entre el 4% restante, la mayoría son cristianos.
Contrary to what many believe or (even worse) preach, participatory democracy mechanisms do NOT displace the structure of representative democracy but rather reinforce it with greater and more direct citizen participation in public decisions. Indeed, in nations with strong representative systems, such as the US, some participatory democratic mechanisms have evolved into a symbiotic relationship with their representative systems, compelling those in charge of representing them to increasingly consider the views and goals of their constituents. The example that follows is enlightening.
In his piece “Participatory Democracy in Action,” The American Law Institute (ALI) President David F. Levi reflects on a powerful experience mediating a dispute between the U.S. Department of Energy, the New Mexico Environment Department, and seven citizen groups over the renewal of the state permit for the Waste Isolation Pilot Plant, the nation’s only deep underground nuclear waste storage facility.
What began as a conventional mediation evolved into a striking example of participatory democracy. Over four days, government representatives, contractors, and diverse community groups—ranging from business leaders in Carlsbad to environmental advocates—sat together, exchanged views, and ultimately reached a consensus on permit terms. Levi describes the process as “something magical,” noting that citizens were not merely advising but taking on the responsibility of decision makers, demonstrating compromise, collaboration, and civic engagement at its best.
No sólo en Estados Unidos sino en el resto del mundo contemplamos una aguda y peligrosa polarización política provocada por masivos cambios demográficos y por las consecuentes divisiones ideológicas, religiosas, étnicas y culturales dentro de la población. Según señalan Geoffrey Layman et al. en el American Journal of Political Science (2005), la extrema división política entre Republicanos y Demócratas en Estados Unidos también se refleja en la profunda división ideológica, cultural y religiosa. Gloria Chávez Vásquez nos brinda aquí otra visión esclarecedora de este fenómeno.
El ying y el yang de la polarización
por Gloria Chávez Vásquez
Hacer ver la sensatez y responsabilidad como un “extremo” es la forma de vendernos la idea que, para terminar una confrontación, debemos aceptar el falso e inmoral punto medio.
Juan David Valencia Escobar
La polarización política, como la polarización de la luz, es un fenómeno que nos permite descubrir secretos. En el caso de la luz, los secretos ópticos se descubren utilizando lentes o filtros que causen reflexión, refracción o difracción. La polarización política puede ser útil para ver más allá de las ideas, dilucidar lo que no es aparente o para mejorar la perspectiva o visión social.
Respondiendo al tema, el comentarista político de “El Colombiano”, Juan David Valencia, dice que la polarización es señal de vida de un país, y advierte que “el punto medio” es un sesgo cognitivo erróneamente difundido como señal de prudencia, pero en realidad se trata de una tontería descomunal y peligrosa.
De acuerdo con el periodista, los tramposos y delincuentes suelen establecer un extremo absurdo y artificial para anclar la negociación, y, esgrimiendo un supuesto ánimo conciliador, arrastran al oponente a aceptar el “punto medio”. Si sabes que la sangre es roja y tu oponente insiste en que es blanca, con tal de no debatir, ¿te transarías diciendo que es rosada?
The New York Times y otros medios de prensa escrita, radial y televisiva lo ponen en duda, destacando su fracaso como mediador en Ucrania y en Gaza. CNN califica las alegaciones del Presidente en una nota publicada en agosto como «la clásica hipérbole trumpiana.» Y pregunta: «¿Está Trump comprometido con el largo plazo o solo con acuerdos que puede promocionar?»
Sept.30 (DPnet).– Aunque ha fracasado hasta ahora en lograr la paz que había anunciado inminente en Ucrania y Gaza bajo sus auspicios durante la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, el Presidente Trump ha alardeado que sus esfuerzos mediatorios han sido instrumentales para alcanzar la paz en otras siete guerras durante los 8 primeros meses de su gobierno. La verdad encierra varios matices sobre la importancia y los resultados de su alegada mediación. Veamos:
Camboya vs Tailandia – Trump amenazó con poner fin a las negociaciones comerciales e imponer aranceles del 36%. Aprovechó también las estrechas relaciones militares con Tailandia y se logró un alto al fuego entre ambos países. Mediaron también Malasia y China.
Serbia vs Kosovo – No ha sido en los primeros siete meses de su segundo mandato sino en 2020 cuando Trump consiguió que las partes se reunieran en Estados Unidos y firmasen un acuerdo de normalización económica y aceptaran una fuerza de paz de la OTAN, que en la actualidad suma 4000 soldados.