Llega un momento en que uno debe tomar
una posición que no es segura,
ni política, ni popular,
pero debe tomarla porque es la correcta.
Martin Luther King Jr.
La verdad duele o incomoda, pero no hay razón para callarla. Aunque a veces ofenda, no por eso deja de ser la verdad. Algunos la toman como una ofensa personal y quieren negarla a toda costa desmintiendo o agrediendo al mensajero.
La libertad de informar. En tiempos como el actual, es cuando más se necesita una prensa fuerte y crítica, y ciudadanos que no teman ponerse de pie y decir que el emperador está desnudo. O, por el contrario, defender a las víctimas de la propaganda y la mentira. Es este un momento en que escritores y periodistas deben estar más claros y saber distinguir la verdad de la falsedad, la noticia de la farsa y la difamación política, y aliarse con la verdad. Aquel que teme hacerlo no es un pensador libre.
La libertad de expresión es un derecho inalienable. Tratar de acallar a quien opina o cuestiona el statu quo es violar ese derecho. La libertad de opinar es una línea de tensión trazada entre la ignorancia y los extremos. Es atreverse a decir lo que unos callan por temor y otros no quieren escuchar por la misma razón.
La salud democrática de un país– dice el escritor peruano Mario Vargas Llosa– se mide por su diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación. Un Estado es libre cuando todos pueden ser escuchados. En países donde la libre expresión está coartada, no todos los periodistas trabajan para informar. Los oportunistas se convierten en mercenarios de un estado, un postor o una ideología.
- Hits: 15