
Siempre he creído que lo bueno o lo malo que llegue a nuestra vida puede darle significado y transformarla en algo valioso.– HH |
En el momento de la muerte de Herman Hesse en 1962, sus obras eran prácticamente desconocidas en los Estados Unidos a pesar de que había obtenido el Premio Nobel en 1946. El obituario publicado por el New York Times afirmaba que sus obras eran "inaccesibles" al lector norteamericano. La obra del autor alemán-suizo se popularizó gracias a que su mensaje resonó en el movimiento espiritual de la década de los 60s. En poco tiempo, Hesse se convirtió en el autor europeo más leído y traducido del siglo XX.
Demian y El lobo estepario trazaron una especie de borrador del subconsciente que conectaban su existencialismo con el mundo simbólico de Carl Jung. Su autor nos condujo por historias como Siddhartha y Narciso y Goldmundo que han ayudado a generaciones de jóvenes y adultos a encontrar, o por lo menos intentar descifrar, el misterio de la vida.
En su libro, Herman Hesse, el autor y su obra (1984) Alexander Suárez, concluye que la obra del escritor es iniciática: primero, porque pertenece a la literatura de formación. Sus protagonistas coinciden en ese momento de la existencia en que acceden a la edad adulta. Segundo, porque sus temas nos sumergen en una trama de esoterismo oriental, introduciéndonos en la mejor literatura hermética que seduce la imaginación de muchos lectores juveniles.
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