Llega un momento en que uno debe tomar
una posición que no es segura,
ni política, ni popular,
pero debe tomarla porque es la correcta.
Martin Luther King Jr.
La verdad duele o incomoda, pero no hay razón para callarla. Aunque a veces ofenda, no por eso deja de ser la verdad. Algunos la toman como una ofensa personal y quieren negarla a toda costa desmintiendo o agrediendo al mensajero.
La libertad de informar. En tiempos como el actual, es cuando más se necesita una prensa fuerte y crítica, y ciudadanos que no teman ponerse de pie y decir que el emperador está desnudo. O, por el contrario, defender a las víctimas de la propaganda y la mentira. Es este un momento en que escritores y periodistas deben estar más claros y saber distinguir la verdad de la falsedad, la noticia de la farsa y la difamación política, y aliarse con la verdad. Aquel que teme hacerlo no es un pensador libre.
La libertad de expresión es un derecho inalienable. Tratar de acallar a quien opina o cuestiona el statu quo es violar ese derecho. La libertad de opinar es una línea de tensión trazada entre la ignorancia y los extremos. Es atreverse a decir lo que unos callan por temor y otros no quieren escuchar por la misma razón.
La salud democrática de un país– dice el escritor peruano Mario Vargas Llosa– se mide por su diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación. Un Estado es libre cuando todos pueden ser escuchados. En países donde la libre expresión está coartada, no todos los periodistas trabajan para informar. Los oportunistas se convierten en mercenarios de un estado, un postor o una ideología.
Primo Levi (1919-1987 escritor judío italiano que sobrevivió al holocausto, postulaba que en los países y épocas en que la comunicación es reprimida, las libertades se marchitan. La discusión muere por inanición, la ignorancia de la opinión de los demás se convierte en una amenaza, las opiniones impuestas prevalecen y abundan los pseudointelectuales al servicio de los opresores.
Una cosa es la crítica y otra la censura
¿Por qué hay personas que temen tanto a las opiniones diferentes?
La libertad de expresión está asociada a la libertad para escuchar. El gran problema de los que censuran es que se niegan a escuchar las versiones ajenas. No quieren que se les contradiga. Generalmente son individuos tóxicos, tercos, controladores, compulsivos, extremistas y tendenciosos.
La censura refleja la falta de confianza de una persona o sociedad en sí misma que no acepta la crítica. Es una forma de represión a aquellos que critican y por tanto representan una amenaza para los intereses personales o de un poder. Irónicamente, es esa falta de confianza en sí mismo la que permite que una persona se acoja con ardor a la propaganda ideológica y por ósmosis se haga cómplice de las injusticias.
En los países donde la represión prevalece, el escritor honesto debe condenar la censura porque de acuerdo con el psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1908-1970), “El secretismo, la censura, la falta de honestidad y el bloqueo de la comunicación es una amenaza a las necesidades básicas”. Es por ese motivo que el intelectual que analiza a su sociedad tiene el derecho a criticarla. Prohibirle, estigmatizarlo o censurarlo es una clara violación de su libertad.
Hay que entender bien que la censura es cobarde y permite la corrupción. Está casada con el oportunismo y el vasallaje. Quien silencia o censura está abriendo las esclusas para ser el mismo censurado, bien sea en un plano individual, político o social. El escritor o periodista que se censura a si mismo desmerece de su habilidad o talento para escribir o informar. Igual puede decirse del intelectual que se acoge a una ideología como a una religión: tiene cautivo su intelecto.
El historiador romano Suetonius (69AD-122AD) era firme creyente de que no puede existir libertad en un pueblo, si hay una censura a todo lo que critique su forma de actuar.
Durante el feudalismo, el control represivo era ejercido mediante la violencia física. En la época actual aún persiste esa clase de servilismo agresivo que se presta a atacar a aquellos que cuestionan las injusticias. Es la forma característica de actuar en manada, de pandillas, carteles, círculos y sectas al servicio de una especie de caciquismo tercermundista, que genera malestar social.
Silenciando la verdad
La censura comienza con el ostracismo o silenciamiento, un abuso psicológico que afecta a muchos hogares disfuncionales, que se repite en los centros educativos y continúa en la vida laboral o intelectual. El grupo aísla al individuo y lo condena al silencio. En algunos casos se extiende a la estigmatización. Se etiqueta a la persona y de ese modo se presiona al resto a tratar al señalado como si fuera un apestado, un contaminado. La práctica es aún más represiva en los regímenes comunistas como el de China, Corea del norte, Cuba y Venezuela. En momentos extremos de agitación interna, muchas veces se llega al linchamiento popular.
En palabras del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko, cuando la verdad es reemplazada por el silencio, el silencio es una mentira. Cuando se silencia una voz, se apaga la de los demás. Un pueblo mudo y silencioso resulta más fácil de manipular y guiar como ovejas al matadero. Aquel que calla se convierte en parte de la corriente opresiva.
La censura o cancelación (eufemismo del wokismo) entorpece la evolución cultural de un pueblo. Es una forma de ingeniería social para crear generaciones de ignorantes. Es la concepción de “el hombre nuevo” o la degradación intelectual del ser humano. Es bien conocido el caso de niños adoctrinados para denunciar a sus padres al Estado en la antigua Unión Soviética.
Guido Feliz (1938-2010) ensayista, poeta y periodista dominicano, contaba que la dictadura de Leonidas Trujillo había cambiado totalmente la personalidad de las gentes de su país. La censura y represión del régimen habían tornado al otrora sincero y alegre pueblo caribeño en uno hipócrita y taciturno. Es un hecho que, bajo las represiones, los individuos dejan de ser espontáneos para convertirse en abúlicos, cobardes e hipócritas.
Es cierto, además, que las ideologías son un acto de fe y no de la razón, para aquellos que torpedean los derechos ajenos, llamando al odio y a la violencia. ¿Es que ha visto usted algún censor que no sea tonto? Es una pregunta que se le atribuye al dictador de derecha, el español Francisco Franco Bahamonde (1892-1975). La pregunta real debería ser: ¿Es que ha visto usted a un censor que no tema a la verdad? ¿O un censor que no quiera complacer a un amo?
No se trata de combatir el terrorismo con la violencia sino con las palabras, declaraba Malala Yousafzai (1997) aquella niña, activista pakistaní (ganadora de un Nobel de la Paz) a quien los extremistas trataron de asesinar por hablar a favor de la educación de las mujeres en su tierra. Reconoce ella que el mejor instrumento para el verdadero cambio es la comunicación de ambas partes. Paradójicamente, la censura hace que la gente examine mejor las cosas e inspire valor en aquellos que antes callaban. Mientras más censura hay, más evidente es que el opresor debe irse.
El matemático londinense, Thomas Browne (1605-1682) afirmaba que nadie puede censurar o condenar a otro, porque nadie conoce perfectamente al otro. Se toma humildad para aceptarlo, pero aun mucha más inteligencia. ¿Cómo podemos condenar a alguien por tener una visión propia del mundo?
Según Rodolfo Walsh (1927-1977) considerado el fundador del periodismo investigativo en Argentina, el periodismo que depende de patrocinadores es un periodismo comprometido. Muchos recordaran aun el poder de la industria tabacalera en los periódicos de antaño. Lamentablemente, los poderes pueden comprar una imagen positiva o negativa en los medios, abusando así, de la tan necesaria transparencia.
Aquellos que creen tener la razón, pueden hacer lo impensable para evitar que los demás sean escuchados. En opinión de Laurens Van Der Post quizás nunca sean más aterradores los seres humanos, que cuando están convencidos sin lugar a duda, de que tienen razón.
Pero si no queremos caer en las garras de la tiranía, es importante conocer el valor de la información, ante la cual no se puede permitir ni el silenciamiento ni la censura. La libertad de expresión es el derecho de comunicar ideas, opiniones y creencias, tanto de forma oral como escrita, sin sufrir restricciones del Estado ni de otras personas e instituciones. Es uno de los derechos fundamentales de la humanidad, vinculado con el derecho a la información y la libertad de prensa.
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* Gloria Chávez Vásquez es escritora, periodista y educadora. Reside en Estados Unidos.