He estado pensando en la existencia del limbo
El “limbo”, fue una hipótesis teológica que se refería al lugar a donde iban los niños que no habían cometido ningún pecado pero que morían sin estar bautizados.
Como hipótesis teológica, el limbo fue descartado por la Iglesia, pero como término, lo usamos hoy para referirnos al lugar o estado de las cosas que se han olvidado, o que se han echado a un lado. Y es allí donde, al parecer, han ido a parar nuestros presos políticos.
La prensa oficial nunca habló de presos “políticos”, pero cuando anunció la excarcelación de 553 presos, todos sabíamos que se trataba fundamentalmente de ellos. Esta excarcelación fue anunciada como “un gesto de buena voluntad, en el marco del Jubileo anunciado por la Iglesia católica” y, por lo tanto, no relacionada, en principio, con la inclusión o exclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Bajo esta perspectiva, la confluencia de las dos noticias se presentó como mera coincidencia: Cuba salía de la lista de países patrocinadores del terrorismo y, a la vez, se anunciaba la excarcelación de los presos.
Ahora, han vuelto a confluir dos eventos que, oficialmente, no tendrían que estar relacionados entre sí. Cuba ha vuelto a ser incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo y, curiosamente, se ha detenido la excarcelación de los presos políticos. Pero no sólo eso, sino que se ha hecho un silencio absoluto respecto al tema, a todo nivel, tanto gubernamental como eclesial.
Es como si, de repente, nuestros presos políticos hubieran sido colocados en el limbo, ese lugar indeterminado, abstracto, en el cual se sabe cuando se entra pero donde las salidas son un misterio.
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