He estado pensando en algunas aclaraciones sobre el perdón
Uno de los mecanismos a través de los cuales se sostiene una dictadura es provocando la división y el enfrentamiento entre los hijos de un mismo pueblo. Por eso una dictadura produce tantas heridas, tantas fracturas, tanto odio contenido, y por eso, en toda transición de la dictadura a la democracia, es necesario un proceso de reconciliación nacional, y la reconciliación implica el perdón.
Pero, ¿qué es y qué no es perdonar?
Perdonar no es olvidar. Hay cosas que no podemos olvidar, que no queremos olvidar, que no debemos olvidar. No debemos olvidar cómo un grupo de personas utilizó a este pueblo para tomar el poder y luego dejó a ese mismo pueblo en la indefensión; cómo usaron la democracia para masacrarla luego y destruir la libertad, la prosperidad y ahogar la voz de toda una nación. No debemos olvidar que es mala idea idolatrar a los líderes y entregarles todo el poder. No debemos olvidar que cuando dejamos que se destruyan los mecanismos que defienden al individuo, a la sociedad civil, estamos construyendo nuestra propia cárcel.
Perdonar no significa dejar de sentir dolor. La libertad llegará, pero no podrá borrar todo el dolor del alma de esta generación. Aunque caminemos hacia un futuro diferente, no tendremos más remedio que hacerlo cargando con nuestros pedazos rotos: los muertos que no volverán, los sueños que nunca pudieron ser y que ya no serán, las pérdidas y el desarraigo que provoca toda emigración, la violencia sufrida, la rabia contenida, la existencia en el miedo, la impotencia continua, la vida que nos fue robada. Son cosas que duelen, que dolerán siempre, y no podemos pretender que el dolor no duela.
Perdonar no es negar la historia. No es decir: “No pasó nada”, porque sí pasó, y lo que pasó no puede ser ignorado. Un pueblo que ha vivido bajo el acoso de unos sobre otros no puede “pasar página” si no se aclaran las cuentas turbias, si no se reconoce la verdad de lo que ha sucedido. Y perdonar no es renunciar a que se haga justicia. El ser humano es responsable de sus actos, y si bien es un derecho optar por la línea política que se prefiera, nadie tiene derecho a dañar a su prójimo, nadie tiene derecho a volverse contra su hermano, aunque no piense como él.
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