Mientras el Gobierno esgrime que está sacrificando la economía para afectar menos a la población, los cubanos continúan sometidos a apagones durante más de 12 horas diarias. Esto implica que no se elaboren productos industriales para el consumo interno, la exportación y la captación de divisas para la adquisición de petróleo y derivados, materias primas, medicamentos, modernización del parque industrial y muchas otras necesidades.
Ministros de sectores clave demandan mayor resignación, obediencia y vigilancia, así como denunciar a otros vecinos o a los pequeños negocios privados, ya sea durante sus comparecencias por la televisión, conferencias de prensa, redes sociales o reuniones mensuales del Grupo de Trabajo para la Prevención y Enfrentamiento a los Delitos e Ilegalidades. La apertura y los cambios del sistema económico fallido son descartados con la excusa de que responden a “planes desestabilizadores del enemigo”.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, advirtió recientemente que el suministro de electricidad dependerá de las reparaciones a las plantas con más de 40 años de explotación, si se consigue el financiamiento y la fabricación nacional de componentes.
La construcción de nuevas plantas eléctricas quedó olvidada en los acuerdos suscritos con Rusia hace pocos años. Está prevista la reparación y el montaje de parques fotovoltaicos, se aspira a recuperar la generación distribuida por los motores de grupos electrógenos paralizados, y se tendrá que garantizar el suministro de diésel y fuel oil también para las patanas turcas. Las plantas de Energás deberán continuar aportando el gas acompañante del petróleo extraído. Simultáneamente, se prepara el montaje de 30 parques fotovoltaicos para llegar a 92 en 2025, según informó en el programa Mesa Redonda el ingeniero Rosell Guerra Campaña, director de Energías Renovables del Ministerio de Energía y Minas.
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