¿Quién se suma?
Sor Nadieska Almeida, HC
21 de agosto de 2025
Hace unos días fui a misa a una parroquia que no es a la que voy habitualmente, y allí, con mucha delicadeza se me acercó una señora con una flor blanca entre sus manos. Con una mirada de gratitud y una voz firme me dijo: “Es para usted”. Me sorprendí mucho y agradecí el gesto tan impresionante y tan hermoso en sí mismo. Mientras hacía el camino de regreso a casa pensaba una y otra vez en ese momento breve y tan intenso. Recuerdo a la persona que se acercó con tal unción que me ha dejado un sabor de gratitud y un reto al que no quiero renunciar.
Una flor ha hecho que mi corazón se alegre al confirmar que hay quien prefiere agradecer, no dejar pasar el momento, y ese ha sido su modo de hacerlo. Un gesto profundamente humilde me ha permitido contemplar un corazón limpio y arriesgado que se atrevió a ir por encima de las miradas y acercarse sin reparo a cumplir con el deseo que la habitaba. Una flor, un paso, un gesto, una expresión, toda una experiencia que me desbordó, y hasta hoy hace que permanezca profundamente agradecida.
Desde ese día hace eco en mí una pregunta y la extiendo a quienes se dejen interpelar por lo sencillo y el valor de lo pequeño, que muchas veces, y sin saberlo, pueden ayudarnos a hacer la diferencia: ¿Quién se suma?
En medio de esta difícil y cruda situación a la que nos someten como pueblo, sumergidos en tanta impotencia, ¿quién se suma a vivir por opción de una manera diferente?
¿Quién se suma a regalar una sonrisa a la persona que está cansada y obstinada de tanto luchar por su sobrevivencia?
¿Quién se suma a levantar la voz para reclamar justicia por alguien que es agredido y vulnerado en sus derechos?
¿Quién se suma a decir la verdad en medio de tanta mentira?
¿Quién se suma a hacer posible el sueño de los niños?
¿Quién se suma a no dejarse arrebatar la esperanza por difícil que parezca?
¿Quién se suma a escuchar la sabiduría de los ancianos dedicándoles algo de tiempo, especialmente a los que han quedado solos?
¿Quién se suma a apoyar a las madres y padres que tienen presos a sus hijos?
¿Quién se suma a creer y a procurar que esta oscuridad llegará a su fin?
¿Quién se suma a hacer camino de reconciliación para sanar el corazón y perdonar a los que nos han hecho daño?
¿Quién se suma a pensar una Cuba libre, abierta, recuperada por sus hijos?
¿Quién se suma a creer que “Con todos y para el bien de todos” es exactamente eso: CON TODOS?
¿Quién se suma a mirar a los ojos de nuestros jóvenes con el deseo de devolverles la confianza y animarles a construir un mejor presente?
¿Quién se suma al intento de recuperar valores haciéndolos posibles en su entorno?
Tengo la esperanza de que seremos muchos sumándonos a hacer posible lo bueno, lo noble, también lo que es justo. Tengo la certeza de que muchos seguiremos intentando devolver a nuestra isla su fuerza, su belleza, su fecundidad, y no es vana mi esperanza ni mi espera.
Yo, como nuestro apóstol, “tengo fe en el mejoramiento humano”, tengo confianza cierta en que Dios permanece a nuestro lado, como fue su promesa a los discípulos, y nos acompaña en este camino que intentamos hacer de reconstruirnos como nación.
Mientras llega ese momento, yo me sumo a no callar ni a renunciar a la esperanza que me habita y me permite caminar en medio de agobios y de impotencia, porque mi sueño de una Cuba en libertad nadie lo puede apagar.
Y aunque cueste vivir hoy más que nunca, yo sumo mis fuerzas a las de aquellos que no renuncian a hacer diferente cada amanecer, porque es la “luz” de la esperanza la que muy pronto ha de llegar a nuestras vidas, a nuestra tierra.
¿Quién se suma?
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