El tsunami migratorio que amenaza aplastar al mundo democrático

Gerardo E. Martínez-SolanasAparte de la invasión migratoria que sufre el continente europeo por infinidad de puntos de sus inmensas fronteras, donde en la actualidad se cuentan más de 27 millones de inmigrantes ilegales (alrededor del 6% de la población), una política condescendiente de frontera abierta en Estados Unidos ha dado lugar al ingreso masivo de cerca de 15 millones de inmigrantes en poco más de tres años con la anuencia de los "progresistas", de la prensa parcializada y partidista, de la compasión de muchas instituciones religiosas y de un gobierno que ha estado utilizando este fenómeno con fines electoralistas. De modo que todos esos medios han estado condenando como "teorías conspirativas", como racismo o incluso como reacciones fascistas las clarinadas de alarma de quienes tienen la cordura de contemplar con temor lo que ha estado pasando y sigue ocurriendo. 

No es comprensible esa actitud de condena que tenemos que soportar quienes rechazamos la masiva migración ilegal como una amenaza a la estabilidad de los países de destino, como un agente de desestabilización social y como una falta de respeto a las leyes y normas del país al que esos extranjeros desean emigrar. Nos acusan de anti inmigrantes y hasta algunas instituciones religiosas que enarbolan el cristianismo como pendón de solidaridad, caridad y compasión, califican nuestra aspiración de mantener la ley y el orden como una grave falta de amor al prójimo.

Se refugian en una lamentable ceguera ante una realidad que subrepticiamente está impulsada por muchos que generan y promueven ideas y acciones destinadas a socavar el orden democrático y las relaciones normales entre los pueblos y las naciones. ¡Y lo están consiguiendo! Se llaman "progresistas", pese a que donde triunfan se estanca el progreso, y con cantos de sirena y falsas promesas promueven un nuevo orden mundial basado en un globalismo centralizador orientado a edificar un verdadero gobierno mundial controlado por esas mismas élites "progresistas".

La imagen que proyectan de una migración trabajadora que sólo busca mejores niveles de vida y bienestar, no tiene en cuenta que muchos de esos "inocentes" Migrants flying their flags in the southern US bordermigrantes se acercan con una actitud invasora a los países de destino esgrimiendo las banderas de sus países de origen, coreando consignas y exigiendo derechos que no tienen, dispuestos a violar a toda costa las leyes del país que pretenden que los acoja. Muchos mienten y esgrimen el engañoso pretexto de ser perseguidos políticos en busca de asilo. Sus defensores olvidan que el asilo político se solicitaba en una embajada que daba amparo a los perseguidos o se pedía en la frontera del país que limita con el suyo. Nunca antes se le ha exigido radicalmente la entrada a un país distante y mucho menos sin un historial de activismo político que demuestre la legitimidad de su petición de asilo.

Sin preocuparse por defender la legalidad, los promotores de fronteras abiertas decían: la inmigración es buena, son gentes que buscan realizar "el sueño americano" y es falso que sean delincuentes o terroristas.

Pues bien, la verdad no puede ocultarse por mucho tiempo. La luz siempre disipa la oscuridad. En el último de los innumerables escándalos relacionados con el fracaso de la actual política migratoria de EEUU, ha quedado al descubierto que más de medio millón de extranjeros ilegales con antecedentes penales deambulan libremente por Estados Unidos, 435.719 con condenas pendientes pero en libertad o en fuga y otros 226.847 con cargos pendientes. 

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), creado después del 11 de septiembre de 2001 para proteger al país de otro ataque terrorista, ha estado dando libertad bajo palabra a criminales extranjeros en las ciudades de todo Estados Unidos, según el subdirector del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que es el organismo del DHS encargado de "hacer cumplir las leyes de inmigración para preservar la seguridad nacional y la seguridad pública". 

En cifras proporcionadas a regañadientes al Congreso, el segundo al mando de ICE, Patrick Lechleitner, revela que al 21 de julio de 2024, 662,566 no ciudadanos con antecedentes penales están en el "expediente de no detenidos" de la agencia y, por lo tanto, deambulan libremente por todo el país. Los datos son "más que inquietantes", dijo el congresista de Texas Tony Gonzales, quien obligó al DHS a revelar estos hechos.

Peor aún, a mediados de 2023, la Patrulla Fronteriza informó que detuvo a 151 migrantes con coincidencias positivas en la lista de vigilancia del terrorismo que ingresaron ilegalmente a los EE.UU. por la frontera sur y en junio pasado el DHS reveló que había identificado a más de 400 inmigrantes ilegales, en su mayoría procedentes de Asia, que eran "motivo de preocupación" porque habían ingresado al país transportados por una entidad de tráfico humano reconocida como afiliada a ISIS. Revelaron también que sólo habían llegado a arrestar a 150 de ellos. ¡Y estos son sólo dos casos de muchos que han entrado procedentes de China, Africa y el Oriente Medio por la ruta del Darién hasta México!

Es hora de reaccionar y poner coto a este desorden. La situación es grave y tanto Estados Unidos como Europa están sufriendo las consecuencias de una política migratoria débil y permisiva. Los países tienen derecho a preservar su soberanía y su estabilidad. Se trata de respetar la ley y el orden. 

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