He estado pensando en la raíz de algunos “no”
Hace muchos años, este pueblo se hartó de la dictadura de Batista, y en su gran mayoría apoyó los movimientos revolucionarios que luchaban contra la tiranía. Mucha gente arriesgó bienes, estatus e incluso la vida, muchos trabajaron en la clandestinidad, muchos perdieron familiares, muchos murieron. ¿Por qué? ¿Qué les daba fuerza y coraje? ¿Qué les hacía desafiar los peligros? La esperanza, el sol que nace en el alma cuando todavía es de noche.
Los que planearon apoderarse de esta isla fomentaron la esperanza, y transmitieron de mil modos a este pueblo que su apoyo y sus sacrificios desembocarían en la victoria, y cuando así fue, ofrecieron a este pueblo una ilusión preparada, haciéndole creer que sólo ellos conocían el camino hacia la libertad ansiada, mientras ganaban tiempo para encadenar lo único que realmente podía quitarles el poder: la esperanza.
Por eso fueron estableciendo un “no” donde este pueblo esperaba y necesitaba un “sí”. Los “no” a lo que ellos no podían ni pueden permitir.
No a los partidos políticos alternativos, porque los partidos políticos no son solamente la agrupación de personas que tienen un pensamiento diferente, sino el conjunto de personas que se unen para soñar un país distinto, para generar una visión nueva de la realidad, y desde esa visión, animarse unos a otros para buscar los medios de hacerla posible, y este sueño, esa visión, necesitan en su alma la esperanza.
No a elecciones libres. Invitan a votar, pero impiden elegir, porque el derecho a elegir transmite el mensaje de que se puede pensar diferente, y eso proyecta hacia un cambio, pues elegir es un modo de vivir la esperanza.
No a la libertad de expresión, porque no pueden permitir que las voces ciudadanas alcancen a las masas dormidas, engañadas o atemorizadas.
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