La pugna por el poder y la espiral del derroche en EEUU

Nota: Billones en español corresponden a trillones en inglés
y mil millones en español son un billón en inglés.

DemocratsVsRepublicansEl espectáculo populista que estamos presenciando entre Republicanos y Demócratas en Estados Unidos es una pugna irracional que divide y polariza al país, que ahora parece guiado por caudillos prepotentes que desafían a sus adversarios políticos como si fueran enemigos irreconciliables. Presenciamos con asombro una interminable campaña política en la que no se observa esfuerzo alguno de colaboración sino el turbio propósito de demonizar al contrario y calificarlo de culpable de todos los males que sufre el país .

Aunque el problema consiste en el "cierre" del gobierno federal en ausencia de un presupuesto aprobado y  que este sólo afecta las obligaciones internas de gobierno y el funcionamiento de la maquinaria administrativa, la situación está repercutiendo a nivel internacional por la incertidumbre que provoca en los mercados de valores.

No debe asombrarnos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) esté nervioso ante estos acontecimientos. Un portavoz del FMI señalaba el jueves 26 de septiembre que era indispensable resolver con rapidez los debates en el Congreso por el presupuesto, pero subrayaba su preocupación por el próximo round de este pugilato cuando suene la campana el 17 de octubre y estalle la pugna por el aumento del límite de la deuda nacional y la necesidad imperiosa de equilibrar el presupuesto.

Ese portavoz admitía entonces que el FMI no cuenta con datos suficientes para pronosticar cómo podría impactar en la economía global la no aprobación de los proyectos de ley que se debatían en el Congreso. Y es natural que no puedan calcular ese impacto porque este dependerá del factor psicológico en la reacción de los mercados.  Ese factor cobra importancia por la incertidumbre e inquietud que esta pugna está provocando en anticipación de lo que puede suceder más tarde este mismo mes. Se cuestionan con mucha razón qué sucederá bajo el sello de esta intransigente polarización cuando deban enfrentar dentro de pocos días el abrumador problema subyacente de la deuda pública de los Estados Unidos, que este mes llegará a más de 17 billones (300 mil millones más que el “techo” establecido a comienzos del año), y del otro problema igualmente perturbador de la cuantiosa deuda externa, que pronto alcanzará los 6 billones, es decir, el doble de lo adeudado hace cinco años.

Este es el verdadero problema que puede hacer estallar un pánico financiero que desemboque en una recesión mundial en ausencia de una voluntad política de negociación que demuestre la determinación de evitar una moratoria en los pagos. Por lo tanto, la mayoría de los políticos envueltos en esta pugna están jugando con fuego.  Cabe especular que no están locos y que se limitan a jugar una riesgosa partida de póker. Pero los límites de la tolerancia frente al pánico financiero son cada día más débiles y estos políticos irresponsables pueden encontrarse súbitamente ante la realidad de que se les derrumba el castillo de naipes de sus ambiciones partidistas.

Ambas partes en esta pugna tienen su parte de razón. Por eso es imprescindible que negocien y transen para resolver el problema fundamental de equilibrar más temprano que tarde los gastos con los ingresos. Que lleguen a acuerdos para detener la desenfrenada carrera del endeudamiento que ha crecido desde 9,6 billones en noviembre de 2008 a 17 billones a fines de este mes de octubre, mientras que el Producto Interno Bruto (PIB) ha aumentado desde 13,8 billones en noviembre de 2008 a 15,9 billones a fines de este mes, lo cual es muy insuficiente para compensar el ritmo de endeudamiento, hasta el punto que la deuda era del 69% del PIB entonces y ya alcanza el 107% este mes (ver el US Debt Clock). US Deficit chart

Esta irresponsabilidad presupuestaria ha aumentado a más del triple el déficit anual, que en noviembre de 2008 era de 253 mil millones, hasta 780 mil millones a fines de septiembre,  pese a que el país ha abandonado literalmente dos guerras costosas.

Estados Unidos se ha visto aliviado y beneficiado por los intereses sumamente bajos que debe pagar en estos momentos por el servicio de la deuda (cuya tasa seguramente aumentará considerablemente en un futuro cercano), pero aún así el pago improductivo de esos intereses suma 256 billones de dólares al año, lo que quiere decir que cada habitante de Estados Unidos es responsable de $810 anuales como promedio sólo para cubrir el pago de esos intereses.

Si a todo esto sumamos que el número de personas que vive a un nivel de pobreza (y que por lo tanto no paga impuestos) ha aumentado de 38 millones en 2008 hasta 51 millones ahora, y que el gobierno otorga cupones para alimentos a 48 millones de personas (eran 29 millones en 2008) la situación se va tornando insostenible.  Sólo en cupones para alimentos, que promedian $150 mensuales por cada beneficiario, el gasto anual en este renglón suma más de 85 mil millones.  Este beneficio es un socorro indispensable para muchos necesitados o incapacitados, pero se convierte en una tendencia clientelista para muchos más desde que el Presidente Obama eliminó la norma que obligaba a los beneficiarios a hacer esfuerzos por conseguir trabajo o, al menos, a matricularse en cursos de adiestramiento para ocupaciones que les permitieran independizarse de tal dependencia.  Con esa medida ciertamente ha ganado muchos votos, pero ha hundido todavía más al país en la espiral descendente del derroche.

Pero Obama no es culpable de todo, aunque pueda responsabilizársele de una notable falta de liderazgo. Hace falta voluntad política desde ambos polos para acercarse al centro de la negociación que permita el consenso democrático. Y hace falta también aceptar que el país está obligado a apretar el cinturón de la moderación administrativa cueste los votos que cueste de aquellos que sigan renuentes a hacer sacrificios y pretendan seguir gozando indefinidamente de regalías y un nivel de bienestar que el gobierno no puede pagar.

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