... Y por carambola para el resto del mundo que sufrirá sus consecuencias ...
Rara vez los pronósticos económicos dan en la diana. Los modelos teóricos señalan las perspectivas pero no las consecuencias reales, porque éstas dependen de la psicología y las circunstancias de la sociedad que las provoca.
El economista suele hacer pronósticos condicionales. Si se sigue por aquí, se llegará allá; si se aplican estos remedios, se lograrán estos resultados; etc., etc. La ciencia económica se basa en una ciencia exacta, las matemáticas, pero la sociedad que la aplica dista de serlo, y las decisiones políticas no obedecen a los consejos económicos sino a la conveniencia del momento.
Aún así, me atrevo hoy a hacer pronósticos sobre el futuro económico de los Estados Unidos y, por consecuencia, del resto del mundo que se verá afectado, porque las señales son demasiado fuertes y precisas, y la realidad de la acumulación de errores políticos se impondrá a la psicología y a las circunstancias. Lo único que no puedo pronosticar es cuándo, porque las consecuencias dependerán de una chispa impredecible, que puede ser una guerra regional, una gran sequía u otra acumulación de desastres naturales, una decisión política intempestiva, la reanudación de la guerra fría, o la quiebra o derrumbe económico de algún gigante secundario como China, Rusia, la India o Brasil.
Como ya habrán comprobado los lectores, escribo como economista y al pronóstico le he puesto condiciones previas. Aclarado esto, veamos a continuación qué es lo que se atisba en el horizonte económico de los Estados Unidos.
Lo más importante es el monto creciente de la deuda pública y privada, y su relación con el crecimiento económico real. El grabado muestra el porcentaje de la deuda respecto al Producto Nacional Bruto. En otras palabras, la deuda actual supera el Producto Nacional Bruto desde 2012.
Dentro de este escenario, es cada día más nefasta la influencia de las campañas electorales que comienzan cada vez más temprano y empujan al país hacia decisiones populistas que no miran al futuro más lejano sino al más inmediato de las urnas y sus resultados.
Al público electoral se le habla con promesas que no concretan los medios y mecanismos que solucionarán los problemas estructurales que llevan a la economía del país cada vez más cerca del abismo.
El gobierno, por ejemplo, presenta cifras de desempleo que no reflejan la realidad, y toma decisiones populares como la de aumentar notablemente el salario mínimo, sin explicar las consecuencias que esto tiene en los niveles de empleo de las pequeñas y medianas empresas (PYMES), sobre todo en un período recesionario como el actual. Y aquí confrontamos el problema que mencionamos más arriba sobre el endeudamiento y su relación con el crecimiento económico, porque son precisamente las PYMES las que más hacen crecer la economía y el nivel de empleo cuando encuentan condiciones favorables para prosperar. Y esto es precisamente lo que NO está ocurriendo en los Estados Unidos.
Por lo tanto, podemos pronosticar que el nivel de endeudamiento público, que al paso que va alcanzará este año la pavorosa cifra de 18 trillones de dólares (18 billones en español), y el nivel de endeudamiento privado, que también aumenta rápidamente, hasta el punto que las deudas personales de la población de Estados Unidos superan ya los 16 trillones, las deudas hipotecarias los 13 trillones y las deudas por tarjetas de crédito se acercan al trillón, alcanzan ya niveles insostenibles para la economía nacional. Calcule el lector que cada habitante de los Estados Unidos enfrenta este año una deuda pública de $55,000 y una deuda privada de $52,000, al tiempo de que más de 47 millones de los 317 millones que viven en el país, están calificados por debajo del nivel de pobreza. En otras palabras, desde 2008 hasta nuestros días, 10 millones más han ingresado a esta categoría mientras que la población aumentaba sólo en 14 millones, lo cual es evidentemente una señal muy ominosa.
El desempleo de las cifras oficiales se basa en el número de personas que reciben compensación mientras buscan trabajo, pero no tienen en cuenta a los que ya no reciben compensación o a los que se han dado por vencidos en la búsqueda de trabajo y se mantienen de la caridad pública (ya son más de 46 millones los que reciben cupones de alimentos) o trabajando por su cuenta a destajo. Aunque las cifras oficiales señalan una reducción del desempleo, la realidad es otra. De la fuerza de trabajo disponible en 2008 había unos 13 millones y medio de personas que no tenían un trabajo estable. En estos momentos, ese total es de 19 millones y medio. Luego la cifra de desempleo oficial dista del total de un 13.5% de desempleo real (un aumento neto en los últimos 18 meses). El gráfico muestra el desempleo oficial (en negro) y el desempleo real (en rojo) hasta principios de 2013.
En estas circunstancias podemos pronosticar lo siguiente:
- La deuda pública superará los 18 trillones antes de fin de año, lo que representará un aumento de un millón de millones de pesos (un trillón en inglés) cada año desde 2012 (un aumento promedio de casi 85 mil millones por mes durante los últimos 26 meses);
- No habrá un aumento del nivel de empleo debido a la debilidad de las PYMES y al aumento del sueldo mínimo;
- La tasa de desempleo oficial bajará a poco más del 7% a fines de 2014, pero el desempleo real de quienes han perdido el subsidio oficial y han dejado de buscar trabajo aumentará a casi el 14%;
- La base monetaria aumentará considerablemente para compensar los déficits presupuestarios y el aumento de la deuda, resultando en una devaluación gradual y notable del dólar en su poder adquisitivo;
- La devaluación del poder adquisitivo del dólar provocará un aumento sustancial de la inflación;
- Para detener el impulso inflacionario, la Reserva Federal aumentará las tasas de interés;
- Las tasas de interés en las hipotecas aumentarán entre un 2% y un 4% para fines de 2014 y 2015;
- Debido a la presión del partido Republicano, se reducirá un poco más el gasto presupuestario y, por tanto, seguirá reduciéndose el déficit, pero no lo suficiente (por motivos electorales) como para impedir que continúe el catastrófico aumento de la deuda.
- El déficit con el Seguro Social y el Medicare seguirá aumentando en vista de que no se toman medidas adecuadas para frenar el abuso y las estafas que plagan a estos mecanismos de asistencia social;
- El único aspecto positivo de este desastroso pronóstico es que Estados Unidos seguirá mejorando en la producción de energía doméstica y reduciendo su dependencia del petróleo importado.
Evidentemente, Estados Unidos necesita "un cambio" en su política económica y un programa de austeridad pública discreto y cuidadoso para evitar una nueva recesión y alejar el fantasma ulterior de una Gran depresión. Necesita también fomentar el empleo, generando amplios programas de obras públicas que empleen a los más necesitados a bajo costo para hacer frente al notable deterioro de la infraestructura nacional, y también estableciendo medidas de estímulo fiscal, crediticio y salarial para las pequeñas y medianas empresas (PYMES).
Como ninguno de estos consejos se está teniendo en cuenta en los momentos actuales, cabe pronosticar una Gran depresión en algún momento de un futuro no muy lejano. Dependerá de cuándo se encienda la chispa o de que se produzca pronto un "cambio" urgente de política económica.