Mucho se comenta en estos días del fenomenal aumento que experimenta Estados Unidos en la producción de crudo, pero este hecho no es el que lo convierte en gigante sino su abrumadora base industrial y tecnológica que lo mantiene muy al frente de otras potencias económicas. En otras palabras, Estados Unidos tiene la capacidad de hacer y lograr lo que otros no pueden.
Esta formidable capacidad industrial y tecnológica es en gran parte responsable de que Estados Unidos en 2014 haya producido 88% más crudo que en 2008 y que la producción siga aumentando, pese a que la notable baja de los precios del petróleo debida a una producción en exceso de la demanda, ha forzado y está forzando a las empresas petroleras, sobre todo a las medianas y más chicas, a reducir las inversiones de capital destinadas a abrir nuevos pozos y nuevas exploraciones, sobre todo mediante el proceso de "fracking".
Esta es una controversial técnica de fracturación hidráulica destinada principalmente a la extracción de gas de los estratos que no son accesibles por perforación directa, pero también a la extracción de crudo. Es una técnica costosa que no es viable a precios tan bajos como los que predominan en las últimas semanas y meses. Además, es controversial por las consecuencias nocivas para el medio ambiente, las que todavía no se han evaluado debidamente y se sospecha que son mucho peores que lo que esas empresas reconocen. La oposición a la fracturación hidráulica provoca notables costos adicionales, por lo que últimamente se han paralizado muchas nuevas iniciativas de prospección.
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