Venezuela entró en una nueva etapa de sus dificultades económicas por tratar de consolidar el modelo de socialismo del siglo XXI que no es más que la clonación del fracasado modelo del socialismo soviético del siglo XX. Después de haber desperdiciado la extraordinaria bonanza petrolera, el PIB por habitante creció menos que el promedio latinoamericano y experimentó la mayor y todavía creciente inflación de la región mientras ha brindado ayuda externa a otros países del Alba y Petrocaribe. Venezuela además se endeudó por US$56 mil millones con base en vender anticipadamente petróleo a China, de los cuales según el vicepresidente para el área económica, Rafael Ramírez, solo ha cancelado US$24 mil millones, ha colocado bonos de su deuda externa (y de PDVSA) ,y postergado (incurrido en atrasos) de las obligaciones de pagos externos del país y de PDVSA con proveedores.
Ahora Ramírez explora prontamente vender activos de la emblemática CITGO, filial de PDVSA, que posee tres refinerías en EEUU con una capacidad de procesar aproximadamente 750,000 barriles diarios y cuyo valor se estima entre US$10 y US$15 mil millones. Esta venta obedecería al requerimiento de movilizar recursos para la adquisición de importaciones y cubrir atrasos pendientes, pagar la deuda externa que se vence este año y evitar el inminente riesgo de que los activos de CITGO en EEUU sean embargados por unos US$10 mil millones para cubrir las obligaciones de las deudas por las confiscaciones a CONOCO-PHILLIPS y EXXON-MOBIL. PDVSA transfirió las cuentas bancarias a China Citic Bank que utiliza para recibir el dinero de sus exportaciones de crudo y derivados.
El pasado 1ro. de julio, Dagong Global Credit, la clasificadora de créditos china, degradó la calificación de la deuda de Venezuela de BB+ a BB-. Señaló que los graves desequilibrios macroeconómicos estructurales existentes, el deterioro de la seguridad social, así como la ineptitud del gobierno para tratarlos arrastran al país a la recesión en el corto plazo, exacerban el riesgo de malestar social y, por tanto, aumentan el riesgo de inestabilidad política. El elevado déficit fiscal, la insuficiencia de reservas internacionales y las presiones para una significativa devaluación del bolívar contribuyen a una evidente tendencia a la disminución de la solvencia pública, tanto en moneda local como extranjera. Por lo tanto, Dagong mantiene una perspectiva negativa para Venezuela para los próximos uno a dos años.
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