El economista cubano Pavel Vidal presentó el interesante ensayo Proyecciones macroeconómicas de una Cuba sin Venezuela en que estima el posible impacto (“shock”) de una reducción de la ayuda externa venezolana a la Isla (ver ejemplar #24 Desde la Isla en la página web del Cuban Study Group).[1] [2]
Principales Conclusiones
El ensayo es muy oportuno porque Venezuela se encuentra en una crisis política y económica en 2014. En caso de que no se produzca ningún cambio político significativo, que Maduro continúe gobernando y mantenga sus políticas públicas, Venezuela enfrenta una difícil situación económica en medio de la bonanza petrolera y de la expansión del endeudamiento externo. La crisis se caracteriza, entre otros factores, por una elevada inflación -la mayor del Hemisferio Occidental-, un aumento del desabastecimiento y el comienzo del racionamiento, la reducción del PIB real, y problemas de pagos externos con su deuda externa degradada a Caa1 por Moody´s en Dic. de 2013. Todo lo cual más temprano que tarde afectará el monto de la ayuda externa que pueda brindar a otros países.
Vidal emplea el intercambio comercial total (exportaciones e importaciones de bienes y servicios) como proporción del PIB, a precios de 1997, como un estimador indicativo de la dependencia externa. Considera que la dependencia cubana de Venezuela es menor que la que experimentó anteriormente de la URSS. Por ello, juzga que cualquier disminución de ella tendría un efecto menor que la del Periodo Especial, aunque sería significativa para la economía, duraría unos cuatro años, requeriría un ”ineludible ajuste” y “generaría grandes tensiones para la economía, los ciudadanos y el propio gobierno”. Vidal considera que la ayuda externa a Cuba se podría reducir a un ritmo del 30% anual e implicaría una reducción acumulada del PIB de aproximadamente 4.4% en cuatro años. También presenta otro caso en que la ayuda desaparezca abruptamente, como la de la URSS, en el que la caída del PIB sería de 7.7%.
La disminución de la ayuda determinaría que Cuba sufra una significativa pérdida en los términos de intercambio. El precio recibido de las exportaciones de los servicios sociales disminuiría y el precio efectivo y, posiblemente, el monto de las importaciones de petróleo aumentaría ya que no dispondría del pago diferido en términos concesionales. Sin embargo, no menciona las reexportaciones petroleras de Cuba.
Vidal señala que el ajuste que hizo el gobierno cubano en los años 1990s estuvo acompañado de una fuerte reducción del salario real de los empleados estatales que todavía es sólo del 27% del nivel de 1989, y que sería difícil repetirlo en el futuro. No obstante, el gobierno podría realizar el nuevo ajuste requerido, ampliando y profundizando las reformas económicas en curso. Asimismo, señala que el proceso de ajuste del Periodo Especial aún no se ha completado y recientemente el gobierno se vio obligado a reducir los gastos sociales.
La conclusión de que el efecto adverso de la reducción de la ayuda venezolana sería menor que la reducción de la ayuda soviética es similar aunque menor al que Ernesto Hernández-Catá estimó entre el 7% y el 10% del PIB en la última reunión de ASCE.[3] Hernández-Catá considera que la reducción del PIB de un 38% en los 1990´s es atribuible, casi en partes iguales, en un 13% a los efectos de la reducción de la ayuda soviética, 13% a la desaparición de los equipos y asesores soviéticos y 12% a los efectos de las malas políticas públicas de ajuste del gobierno.
Algunos críticas a la metodología y supuestos empleados
Un análisis crítico de la metodología y algunos supuestos empleados por Vidal implica que el efecto de la disminución de la ayuda venezolana en Cuba podría ser mayor que la que él estimó, lo cual haría que sus consecuencias sean mayores, lo que acentuaría los problemas señalados. Desafortunadamente, no es posible realizar las estimaciones con las correcciones metodológicas y los supuestos alternativos empleando su modelo porque no están especificados en el ensayo.
El indicador del nivel total de comercio de bienes y servicios como proporción del PIB usado por Vidal tiene un sesgo a sobreestimar la dependencia que Cuba tuvo de la URSS y a subestimar la actual dependencia de Venezuela. Lo relevante es el monto de la ayuda recibida como proporción del PIB y no del comercio total como proporción del PIB. El mencionado ensayo de Hernández-Catá utiliza datos del presupuesto cubano precisamente con el fin de aproximar el monto de esos pagos.
Adicionalmente, muchos de los bienes que Cuba importaba de la URSS eran de baja calidad y de tecnologías obsoletas pero las relaciones comerciales vigentes entonces, como parte de los arreglos del CAME, determinaban que los importara de la URSS. En cambio la ayuda venezolana le brinda la flexibilidad a Cuba de obtener los bienes y servicios de los mejores proveedores disponibles, entre otros alimentos de EEUU, o sea, la ayuda no es atada.
Un indicador más apropiado de la dependencia real de Cuba incluiría las facilidades financieras que Venezuela le otorga y que el propio Vidal menciona específicamente en el ensayo pero que no incluye como parte del indicador que empleó. No obstante, este tipo de ayuda posiblemente se esté agotando dada la situación actual de Venezuela.
En el ejercicio presentado, Vidal supone que Cuba tendrá un aumento de las exportaciones de bienes y servicios en términos reales en los próximos años durante la posible reducción de la ayuda venezolana, lo significaría un efecto menor de la disminución de la ayuda. Sin embargo, no elabora el supuesto. Sólo puntualiza que Brasil ha aumentado la demanda por los servicios médicos de Cuba.
Vidal también señala que los médicos cubanos en Venezuela están realizando una labor en regiones y comunidades menos favorecidas por lo que sería difícil que el gobierno venezolano pudiera prescindir de ellos. Sin embargo, desde que Venezuela entró en un proceso de estanflación en 2013-2014 el supuesto es debatible ya que hay muchos profesionales afectados buscando trabajo.
Vidal presenta una visión favorable del ajuste simétrico realizado por Cuba en los años 1990 que se hizo para mantener el igualitarismo y evitar el desempleo masivo aunque reconoce que la sociedad cubana se ha estratificado. Realmente el ajuste realizado intentó mantener el socialismo vigente con algunos ajustes menores y no dio suficientes oportunidades a la iniciativa privada, optando por ampliar unas limitadas actividades por cuenta propia y el establecimiento de las artificiales UBPC en la agricultura que resultó en un rotundo fracaso, ya que el 50% de las tierras estaban ociosas y cubiertas de marabú en 2007. Tampoco permitió un mayor papel de las fuerzas de mercado para determinar con mayor eficiencia la asignación de recursos.
El problema económico de Cuba es establecer nuevas condiciones para progresar y no mantener los componentes principales del sistema socialista rígido y fracasado que tiene, sin pequeñas y medianas empresas privadas nacionales ni el libre funcionamiento de los mercados.
[1]http://thecubaneconomy.com/wp-content/uploads/2014/02/Vidal-Cuba-sin-Venezuela.pdf
[2]El autor agradece los comentarios a una primera versión de Ernesto Hernández-Catá y Luis Luis. El artículo fue publicado originalmente en ASCE BLOG, http://ascecuba.org/blog/default.aspx
[3]Ernesto Hernández-Catá “Cuba, the Soviet Union and Venezuela A Tale of Dependence, and Shock”, Cuba in Transition, Vol. 23, 2013, p. 195-204. En el ensayo Cuba´s Growth Strategy: Human Capital and Foreign Investmentque Luis Luis presentará en ASCE en 2014 estima que la reducción la reducción de la ayuda venezolana determinaría una disminución del PIB cubano del orden del 8%.