Recientemente el economista Juan Triana concluyó una cándida entrevista OnCuba señalando “Nosotros podemos esperar todo el tiempo, pero el tiempo no espera por nosotros”. La entrevista contiene una interesante mezcla de realidades y falacias, particularmente en lo referente a la necesidad de hacer cambios y a la vez mantener y endosar, parcial o totalmente, las políticas fracasadas y erradas del pasado “que durante 56 años se ha demostrado que no puede hacer bien”. Triana merece reconocimiento por destacar los efectos perversos de los bajos salarios y el derecho ciudadano a acceder a la Internet.
Cuba enfrenta una nueva coyuntura e importantes riesgos y desafíos. El deshielo o normalización de las relaciones diplomáticas con EEUU, ha traído de inmediato un aumento de los viajes y las remesas a la Isla; se espera que se elimine el embargo eventualmente. Esto ha alentado un aumento del interés de los inversionistas y de terceros países en el futuro de la economía cubana, una expectativa de cambios favorables por parte de la población y la expansión de la emigración por vías normales e irregulares. La economía venezolana está en crisis lo que ha determinado la reducción de la significativa ayuda a la Isla y se espera que la misma se continúe reduciendo. Los resultados económicos de las actualizaciones han sido limitados y los servicios sociales de educación y salud se están deteriorando lo que representa un particular reto al VII Congreso del PCC citado para abril del 2016. Está pendiente una unificación cambiaria que ineludiblemente determinará ganadores y perdedores. Raúl Castro ha anunciado que se retirará en 2018 y que apoyará una transición generacional en la administración del país.
El análisis de los cambios y desafíos previstos hace necesario revisar algunos temas, entre ellos, cuatro falacias que se han establecido sobre la realidad cubana en los últimos años que prejuician las políticas públicas, obstaculizando las acciones pertinentes; seguramente se originan en la ausencia de un completo y ecuánime diagnóstico de la realidad nacional y en el dogmatismo ideológico. Estas falacias se mantienen en algunos análisis de las reformas en la Isla, pero más temprano que tarde tendrán que ser corregidas para eliminar las falsas excusas para demorar y evitar los cambios requeridos. A continuación se tratan cuatro importantes falacias, así como las correcciones requeridas para superarlas.
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