Justo a fínales del año 2015 cuando había comenzado a ganar bastante asentimiento que las economías avanzadas (EEUU, la eurozona, Japón, Reino Unido) han entrando en una situación de “nueva normalidad” económica: con un bajo y lento crecimiento del PIB con tendencias deflacionarias, impulsados por las políticas monetarias no convencionales (es decir, con súper bajas interés cercanas a 0 % y con la flexibilidad cuantitativa), se expusieron serias dudas sobre su inapropiada continuidad y viabilidad.
Concretamente el afamado financista El-Erian señala en su reciente libro The Only Game in Town: Central Banks, Instability, and Avoiding the Next Collapse(El único juego: los bancos centrales, la inestabilidad y la necesidad de evitar el próximo colapso), la “nueva normalidad” económica se fundamenta en las crecientes tensiones, contradicciones y distorsiones económicas basadas en la excesiva dependencia en las limitadas políticas monetarias no convencionales. Así las economías avanzadas enfrentan una encrucijada económica y financiera cuya dirección futura dependerá de cómo se actúe con decisiones de política económica clave porque la actual “nueva normalidad” y la política monetaria no convencional no generan las inversiones y consumos necesarios y son, por tanto, marcadamente insuficientes e insostenibles.
A principios de 2009, prácticamente nadie se referencia a la “nueva normalidad”. Por supuesto, la crisis financiera global que estalló hacía unos cuantos meses antes generó gran desorden en todo el mundo: la contracción de la producción, el aumento del desempleo y el trastorno del comercio global. La disfunción era evidente incluso en los segmentos más estables y sofisticados de los mercados financieros internacionales.
Sin embargo, la mayoría de los analistas caracterizaron el shock- crisis financiera como temporal y reversible, una gran alteración en forma de V del PIB, o sea, con una fuerte caída inicial y posteriormente con una recuperación rápida. Después de todo, la crisis se había originado en las economías avanzadas (principalmente en EEUU), habituadas a manejar los ciclos económicos y financieros, y no en los países emergentes y en desarrollo, donde predominan problemas estructurales y seculares.
Sin embargo, algunos expertos vieron signos de que tendría consecuencias más profundas y que las economías avanzadas se envolverían en una frustrante e inusual trayectoria de bajo crecimiento del PIB y alto de desempleo. En mayo de 2009, El-Erain designó dicha situación económica como la “nueva normalidad”.
El nuevo concepto obtuvo una recepción más fría en los círculos académicos y de política económica, comprensible por la respuesta tradicional que considera el condicionamiento a analizar y actuar cíclicamente ante los shock/crisis financieras. Así pocos estaban preparados para admitir que las economías avanzadas usaban un modelo de análisis equivocado y muchos menos que deberían dirigir la mirada hacia las economías emergentes y en desarrollo para tener mejores y más adecuadas perspectivas sobre los impedimentos y problemas estructurales al crecimiento, el sobreendeudamiento, el exceso de la desigualdad y la volatilidad financiera (con los peligros de contagio de los más vulnerables).
- Hits: 15211