EEUU evitó el precipicio fiscal pero no ha resuelto la consolidación fiscal

En el verano de 2011, cuando se contemplaba una recuperación más fuerte y rápida de la economía estadounidense, hubo un acuerdo político bipartidista para amenazar con el llamado precipicio fiscal antes de 2013.  Este consistía en el aumento de impuestos y la reducción del gasto público de inmediato para disminuir sustancialmente el elevado déficit fiscal y estabilizar la proporción de la deuda pública en relación al PIB.  Y de esa forma obtener la consolidación fiscal a mediano y largo plazo que aseguraran la solvencia y sostenibilidad fiscal que ha estado en dudas por los elevados déficits incurridos después de 2007 para hacer frente a los efectos de la gran recesión del 2008-2009.  El referido acuerdo del precipicio fiscal de 2011 fue de naturaleza preventiva y cooperativa en un contexto político cada vez más conflictivo y disfuncional caracterizado por el cortoplacismo y evitar decisiones económicas difíciles a mediano y largo plazo.

A fines de 2012 los analistas especializados coincidían que si se implantaba el precipicio fiscal se lograría la consolidación fiscal pero a costa de una recesión económica en 2013.  Por ello tenían la esperanza de que se alcanzara un gran acuerdo que implantará el aumento de impuestos  y la reducción de gastos imprescindibles gradualmente.  Así se evitaría una recesión en 2013 mientras se aseguraba la consolidación fiscal a mediano plazo ya que la mayor recuperación de la economía compensaría los efectos adversos de una mayor austeridad en 2013.

El mini-acuerdo fiscal logrado

El pasado 2 de enero EEUU logró, después de una prolongada y fea negociación, un mini-acuerdo fiscal (nada que ver con el gran compromiso pretendido en el precipicio fiscal) que evitó caer en él, que hubiera implicado aumentos de impuestos sobre ingresos para la mayoría de los ciudadanos y recortes automáticos del gasto público.  Dado que la recuperación de la tasa de crecimiento del PIB de EEUU es aún limitada y frágil, mucha austeridad, muy rápida y abrupta, como estaba contemplada en el precipicio pudo haber desencadenado una nueva recesión en 2013, con una repercusión mundial adversa.  No obstante, el mini acuerdo es insuficiente, irrealista y no cuadra desde el punto de vista de lograr la consolidación fiscal; mantiene un déficit fiscal elevado y la expansión de la deuda en relación con el PIB.

La nueva ley aprobada solo aumentó los impuestos sobre ingresos personales para el 2% de los contribuyentes de mayores ingresos y postergó por 2 meses los recortes de gastos públicos por US$110 mil millones que hubieran entrado formalmente en efecto el 1 enero de 2013.  La tasa impositiva máxima sobre ingresos personales aumentó del 35% al 39.6% y se aplicará solo a los contribuyentes con US$450 miles de ingresos anuales para las parejas y $US400 miles para los individuos, en vez de para los ingresos mayores de US$250 miles para las parejas y US$200 miles para los individuos, como la Casa Blanca propuso inicialmente.  Para el resto de los contribuyentes las reducciones temporales de las tasas tributarias anteriores (determinadas por los presidentes Bush y Obama) sobre los ingresos personales se hicieron permanentes.

 

La nueva ley, también, aumentó la tasa impositiva a las herencias del 35% al 40% a partir de US$5 millones para los individuos y de US$10 millones para las parejas y para los impuestos al capital de 15% al 20%, que afectan a algunos ingresos por dividendos y otras inversiones

A través de esa combinación de aumentos de las tasas y de la limitación de algunas deducciones para los contribuyentes de mayores ingresos, el gobierno espera recaudar US$620 miles de millones en nuevos ingresos en los próximos 10 años.  Este aumento de unos US$60 mil millones anuales en 2013 es relativamente pequeño.  La ayuda extraordinaria para compensar los daños causados por el huracán Sandy principalmente en los estados de New Jersey y New York sería de unos US$60 mil millones.  Además el mini-acuerdo mantuvo una serie de subsidios a empresas e individuos por $69 mil millones en 2013, los llamados gastos tributarios que a su vez  contradicen la transparencia y la equidad del sistema tributario.

La ley aprobada, asimismo prolonga durante un año el seguro de desempleo que cobran 2 millones de personas.  Sin embargo, la ley aprobada no prorrogó la rebaja temporal del 2% de las retenciones sobre los salarios para las contribuciones a la seguridad social que anteriormente había aprobado el gobierno de Obama dentro de las medidas de estímulo a la economía, por lo que los estadounidenses empleados  pronto experimentarán una reducción de sus salarios netos.  Se espera que esta medida aporte unos $110 mil millones en 2013.

Una de las promesas centrales de la campaña electoral del presidente Obama fue modificar el sistema tributario que es demasiado favorable a los ricos, a expensas de los estadounidenses de clase media, y eso es lo que la ley que incrementa los impuestos sobre el 2% que tienen mayores ingresos hizo parcialmente, pues no toca que muchas personas de elevados ingresos seguirán tributando a tasas  menores que los contribuyentes de ingresos medios.

El déficit fiscal continuará demasiado elevado (alrededor del 6% del PIB después del mini acuerdo) y EEUU está invirtiendo demasiado poco en las actividades públicas necesarias (i.e. infraestructura básica) para que la economía crezca a una mayor tasa.

Las objeciones al mini-acuerdo tienen que ver que no incluyó ningún recorte de gasto fiscal y que ni siquiera hay un claro compromiso de hacerlo en el futuro.  O sea este es solo un paso parcial menor del esfuerzo necesario más amplio de negociaciones y compromisos para reducir el déficit y fortalecer la economía para ofrecer oportunidades a todos los ciudadanos mediante un crecimiento más elevado y estable.

La tarea pendiente de la consolidación fiscal

El mini acuerdo logrado implica, al mismo tiempo, que se estará de nuevo dentro de dos meses ante otra contienda similar a la del pasado fin de año.  En esos 2 meses, EEUU alcanzará el techo autorizado de la deuda pública federal y el gobierno no dispondrá de ingresos suficientes para pagar todas sus obligaciones.  Por tanto, la próxima tempestad, está a la vuelta de la esquina.

El problema de fondo es que al no aumentar suficientemente los impuestos y al no disminuir el gasto no se corrigió el elevado déficit fiscal que en la actualidad es del elevado orden del 6%.  Así, la deuda pública continuará aumentando a un ritmo insostenible en relación con el PIB, la tasa de crecimiento del PIB seguirá siendo baja y en dos meses el ejecutivo deberá solicitar al legislativo que aumente nuevamente el techo de la misma.

A finales de febrero, pues, se esperan otra serie de negociaciones entre unos republicanos humillados porque se han visto obligados a aumentar los impuestos a los ricos (cosa que todo el mundo interpreta como una victoria demócrata) y unos demócratas envalentonados que se niegan a reducir el gasto no militar, fundamentalmente social (seguridad social y asistencia de salud).  Se volverá así a repetir la amenaza de un gobierno que debe cerrar sus puertas porque el poder legislativo no aprueba un nuevo techo de la deuda pública federal.  Se volverá a tener el temor a caer en una paralización gubernamental.

Resumiendo, el acuerdo al que el presidente Obama y el congreso republicano han llegado salvó la situación por el momento pero solo a base de posponer el problema de fondo por 2 meses, se pateó de nuevo la lata hacia adelante.  Es verdad que los recortes no tuvieron lugar ahora cuando la economía aún está particularmente débil, pero solo se los ha pospuesto por 2 meses y no parece que durante ese corto lapso las cosas puedan mejorar demasiado.   Así los demócratas y republicanos han desperdiciado nuevamente la oportunidad de hacer reformas de fondo para  establecer una disciplina fiscal todavía inexistente y poner orden a una expansión de la  deuda pública insostenible.  Han preferido esconder la cabeza bajo tierra y evadir el problema por un par de meses.  El limitado acuerdo logrado significa que EEUU están lejos de solucionar el déficit fiscal y la euforia temporal se convertirá, más temprano que tarde, en la preocupación por una nueva confrontación político fiscal que ya se entrevé en el horizonte.

Comentario final

La crítica anterior sobre el mini acuerdo en EEUU sobre el precipicio fiscal puede parecer exagerada y cáustica.  No obstante, es compartida total o parcialmente por otros análisis que han centrado sus críticas en algunos aspectos puntuales primordiales.  Entre ellos, The Economist (que en su edición del 3 de enero del 2013) considera que el gobierno EEUU se encuentra entrapado en una situación política-ideológica en la que pospone las decisiones básicas imprescindibles sobre el elevado e insostenible déficit fiscal que debilita la salud subyacente de su economía a mediano y largo plazo, particularmente por sus elevadas obligaciones de gastos sociales.  Bob Woodward, el conocido periodista del Washington Post, señaló que los asistentes y consejeros de los líderes políticos bipartidas habían negociado en principio el entorno de una solución mayor y más balanceada de reducción de gastos y aumentos de impuestos, sobre las que habían mínimas diferencias, y que si se hubiera adoptado habría superado el impasse fiscal ahora existente y no habría esquivado las decisiones difíciles.  Nouriel Roubini considera que la supuesta victoria de Obama de lograr el mini acuerdo ha sido pírrica y que el problema esencial del déficit fiscal continúa pendiente lo que determina incertidumbres entre los inversionistas.  Considera que EEUU requiere mayores tasas impositivas a todos los niveles de ingresos, no menores como las del mini acuerdo, para atender los gastos sociales o tendrá que reducirlos.  Fareed Zakaria plantea que el problema del déficit fiscal, que tiende a convertirse en estructural, ya ha durado 4 años, tiene que superarse, porque distrae a EEUU de las acciones fundamentales que deberá adoptar, entre ellas la reforma tributaria, mayores gastos públicos de infraestructura y menores públicos gastos sociales, para superar sus problemas básicos de bajo crecimiento, elevada tasa de desempleo, disminución de la mediana de los salarios reales, y hacer su economía más competitiva en el mundo global.  Simpson y Bowles, los coordinadores de la comisión presidencial para hacer una propuesta de responsabilidad y reforma fiscal, consideran que el mini acuerdo fue un pequeño paso adelante pero que se desperdició una gran oportunidad para avanzar hacia la consolidación fiscal ya que las importantes tareas pendientes de la reforma tributaria y la reducción de los gastos sociales son pasos ineludibles.

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