Se ha criticado que en estas páginas haya una sección completa dedicada a la Doctrina Social Cristiana, con argumentos de que se está mezclando la religión con la política, encubriendo un propósito de proselitismo religioso o sectario. Esas percepciones son falsas o, por lo menos, producto de la ignorancia de quienes escuchan campanas y las califican de religiosas sin saber de dónde proviene el sonido ni cuál es su significado.
Lo cierto es que el modelo sociopolítico, económico y cultural que se deriva de la notable obra publicada en marzo de 2009 y titulada "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia" no tiene un carácter confesional porque sus planteamientos y soluciones pueden adoptarse sin obligaciones religiosas para incorporarlos en cualquier programa como un medio progresista y armónico de relaciones humanas.
En realidad, hay profundos elementos de democracia participativa en sus planteamientos, como resalta en el énfasis que hace en algunos principios (verlos AQUÍ) que son fundamentales en esta Doctrina, tales como son el Principio de Subsidiariedad, el Principio del Bien Común, el Principio de Participación y el Principio de Solidaridad, entre otros. Todos ellos orientados a dar forma a un análisis flexible de justicia social, la cual sólo es posible y legítima cuando deriva de la responsabilidad ciudadana.
Entre ellos destaca el Principio de Subsidiariedad, que es uno de los fundamentos del concepto "participativo" de la auténtica democracia, sobre el cual se abunda en un breve aporte aclaratorio en ESTE ENLACE.
Además, esta Doctrina Social contiene un énfasis muy definido sobre el respeto y la aplicación de los derechos humanos internacionalmente reconocidos, sobre la defensa del trabajador y la "dignidad" del trabajo, y toda una serie de normas y preceptos que convierte al Compendio en un tratado de ética democrática desde la perspectiva de la compasión, la solidaridad y la dignidad plena del hombre, y con un concepto de estricta separación entre la Iglesia y el Estado.
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