Un régimen fiscal que haga hincapié en la equidad para el individuo permitirá a sus ciudadanos conservar la mayor parte del dinero que ganan o de la riqueza que poseen porque, después de todo, es de su propiedad. En particular, conservar lo que poseen o han adquirido legítimamente porque es de su propiedad privada, no de la propiedad comercial, sino de la vivienda y de la tierra donde ésta está asentada.
Los defensores de la tributación argumentan que las nociones de derechos legales de propiedad privada están definidas por el marco legal del Estado y, por lo tanto, la tributación exigida por parte del Estado no representa una violación de la ley de propiedad, a menos que el impuesto en sí sea ilegal.
Frente a tal argumento, ¿qué pasa con la “teoría de la tarifa de entrada” que describe el impuesto a la propiedad como el precio de admisión para vivir en una comunidad y consumir todos los servicios que esta ofrece, como la educación y la protección policial que proporciona el gobierno local, así como otros servicios indispensables y el mantenimiento de la infraestructura?
El ritmo de crecimiento mundial se ha ralentizado desde principios de este siglo. Las estimaciones indican que, tras la COVID-19, el crecimiento del PIB en las economías avanzadas cayó de un promedio del 2% a principios de la década de 2000 a menos del 1,5% en 2023. Durante el mismo período, las economías emergentes y en desarrollo experimentaron una desaceleración significativamente más marcada del crecimiento del PIB, con una disminución del crecimiento del 6% a menos del 2%. Según el FMI, el mundo está entrando en un período de crecimiento históricamente bajo como consecuencia de no haber tomado las medidas adecuadas, con una tasa de crecimiento a cinco años que se ubicará en 2,8% para 2030, muy por debajo del promedio histórico de 3,8%. Uno de los obstáculos que deben abordarse para que el crecimiento vuelva a acelerarse es la preocupante reducción de un 27% de la productividad total de los factores (PTF)*, así como la disminución de la formación de capital y de la participación en la fuerza laboral.
No se espera en un futuro previsible que la expansión económica mundial alcance el nivel del 4% observado a principios de la década de 2000. Sin duda, la tecnología desempeñará un papel importante en el crecimiento económico a largo plazo, sobre todo en las economías de ingresos altos, pero no podrá ayudar a las economías de ingresos bajos ni revertir el crecimiento lento o incluso negativo de todos los demás sectores económicos.
En un artículo publicado en este mismo espacio, titulado "DISTRIBUTISMO: una teoría económica con todos y para el bien de todos", comenzaba diciendo que: «Muy pocos han oído hablar de una teoría económica que surge de pensadores y economistas católicos, el "Distributismo", un planteamiento basado en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la cual quedó articulada y codificada mediante diversas encíclicas redactadas desde el siglo XIX, a partir de la Rerum Novarum de León XIII. Por tanto, estimo que es un tema que merece abrir amplios debates.»
Y, efectivamente, referenciado ese análisis en las páginas de Facebook ha despertado nutrido debate en ese y otros medios sociales provocando la confusión de muchos participantes que pretenden que sea una política impuesta por el Estado al estilo de la ideología Socialista. Por eso, estimo que hay puntualizar algunos conceptos.
El Distributismo es una teoría que comenzaron a desarrollar en el siglo XIX Hilaire Belloc y G. K. Chesterton y, como señalaba en aquel análisis, «su principio clave establece que la propiedad de los medios de producción debe estar lo más extendida posible en lugar de concentrarse en manos de unos pocos propietarios (capitalismo) o en manos de burócratas estatales (socialismo).»
El Distributismo ha evolucionado desde los tiempos de Belloc hasta nuestros días, alejándose de aquella reacción suya frente a los abusos de la revolución industrial para ajustarse a los tiempos que han engendrado sistemas democráticos más participativos y una Declaración Universal de protección a los derechos humanos y de respeto a las libertades fundamentales.
La humanidad aún no ha conocido un auténtico capitalismo que funcione con una amplia libertad de empresa, la que, a su vez, sea protegida por el control del Estado para evitar o castigar los abusos que pueden desembocar en monopolios y oligopolios, así como en fraudes y corrupción administrativa. Hoy, como hace doscientos cincuenta años, el ser humano no ha encontrado la fórmula para emitir dinero al ritmo que precisa el mercado. El fracaso de la utilidad de la Ecuación Cuantitativa (la existencia de una relación directa entre la cantidad de dinero y el nivel general de los precios), la Regla de Taylor (indicador que sirve para determinar el tipo de interés necesario para estabilizar una economía en el corto plazo, pero manteniendo el crecimiento a largo plazo), etc. son la prueba de cargo.
El tipo (o tasa) de interés que establecen instituciones como la Reserva Federal en Estados Unidos suele establecerse según las expectativas de inflación. La inflación no es más que la pérdida de poder adquisitivo del dinero disponible en cuanto al precio ascendente de otros bienes, mientras que el tipo de interés busca equiparar ese déficit, de modo que los prestamistas compensen las pérdidas que provoca la inflación. En otras palabras, el tipo de interés es una herramienta en manos de los bancos centrales que debe regirse según un valor matemático y real de la cantidad de dinero que necesita la economía para que el dinero mantenga su poder adquisitivo.
La Reserva Federal no es más que uno de los bancos centrales que existen en muchos países y que, en Estados Unidos, no sólo fija el tipo de interés sino controla la emisión monetaria y regula los mercados financieros. La práctica relativa al control de la inflación consiste en determinar el tipo de interés que han de cobrar por los préstamos, pero a un nivel más bajo que el de mercado. Por tanto, esto debería conducir a la quiebra del banco central. Sin embargo, como puede imprimir dinero a voluntad, esto no suele ocurrir mientras la política monetaria sea suficientemente racional. De modo que este nivel permite que los bancos comerciales presten gran cantidad de dinero obtenido a un tipo más bajo del banco central, estableciendo así el tipo de interés que ha de predominar en la economía en determinado momento. Sencillamente, se trata de que nadie pediría un préstamo a un tipo mayor estando disponible uno con un tipo menor.
Unchecked public debt fuels corruption and bad governance. A polycrisis is the simultaneous occurrence of several catastrophic events, and that is exactly what we see with global public debt. Over the past several years many countries are reaching an overwhelming debt distress.
May 17 (DPnet).– Governments are spending an increasing percentage of their budgets on debt repayment, which keeps them from making investments in the expansion and development of their countries. According to a recent survey, debt servicing costs are 2.5 times higher than education expenditures and 3.7 times higher than healthcare costs across the globe. Governments that attempt to address the issue by cutting back on public spending adversely impact disadvantaged populations and may experience greater rates of service reductions and layoffs.
As a result of populist policies aimed at satisfying the desires of the population without any consideration for the consequences, 3.3 billion people worldwide currently reside in nations where the government spends more on debt repayment than on healthcare or education. This implies that when the amount of debt eventually becomes unpayable and causes a widespread bankruptcy of the economy, the affluence of today will eventually turn into severe impoverishment in the world of tomorrow.