Estados Unidos almacenaba cerca de 700 millones de barriles de crudo hasta 2020, suficientes para suplir al país por más de un año, contando sólo con la producción nacional si se enfrentaba a una grave emergencia nacional como resultado de una posible suspensión de las importaciones de crudo o de alguna catástrofe que afectara profundamente la producción nacional.
En noviembre de 2021, la actual administración recurrió a esta reserva estratégica por primera vez y liberó 50 millones de barriles. Poco después procedió a una segunda extracción de las reservas y en marzo de este año, el Presidente Biden anunció en su discurso sobre el Estado de la Unión que liberaría otros 50 millones de barriles de las reservas de petróleo por tercera vez, reduciendo ese mes la reserva federal a 568 millones de barriles.
Con la última liberación de 15 millones de barriles anunciada por el Presidente Biden hace un par de días, la reserva se ha reducido a poco más de 400 millones de barriles. El resultado es que el nivel de la reserva federal de petróleo es hoy día el más bajo desde la Presidencia de Jimmy Carter.
Sin entrar en detalles sobre el efecto que también tiene la actual política energética en la producción de gas natural, es importante tener en cuenta que la producción de poco menos de 33 mil millones de pies cúbicos en 2016 ascendió a casi 41 mil millones en 2019. La producción de gas natural no ha seguido ascendiendo y se proyecta que apenas superará las cifras de 2019 este año 2022, pese a que el consumo ha aumentado considerablemente.
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