Política monetaria e Inflación

La humanidad aún no ha conocido un auténtico capitalismo que funcione con una amplia libertad de empresa, la que, a su vez, sea protegida por el control del Estado para evitar o castigar los abusos que pueden desembocar en monopolios y oligopolios, así como en fraudes y corrupción administrativa. Hoy, como hace doscientos cincuenta años, el ser humano no ha encontrado la fórmula para emitir dinero al ritmo que precisa el mercado. El fracaso de la utilidad de la Ecuación Cuantitativa (la existencia de una relación directa entre la cantidad de dinero y el nivel general de los precios), la Regla de Taylor (indicador que sirve para determinar el tipo de interés necesario para estabilizar una economía en el corto plazo, pero manteniendo el crecimiento a largo plazo), etc. son la prueba de cargo. 

El tipo (o tasa) de interés que establecen instituciones como la Reserva Federal en Estados Unidos suele establecerse según las expectativas de inflación. La inflación no es más que la pérdida de poder adquisitivo del dinero disponible en cuanto al precio ascendente de otros bienes, mientras que el tipo de interés busca equiparar ese déficit, de modo que los prestamistas compensen las pérdidas que provoca la inflación. En otras palabras, el tipo de interés es una herramienta en manos de los bancos centrales que debe regirse según un valor matemático y real de la cantidad de dinero que necesita la economía para que el dinero mantenga su poder adquisitivo. Monetary policy

La Reserva Federal no es más que uno de los bancos centrales que existen en muchos países y que, en Estados Unidos, no sólo fija el tipo de interés sino controla la emisión monetaria y regula los mercados financieros. La práctica relativa al control de la inflación consiste en determinar el tipo de interés que han de cobrar por los préstamos, pero a un nivel más bajo que el de mercado. Por tanto, esto debería conducir a la quiebra del banco central. Sin embargo, como puede imprimir dinero a voluntad, esto no suele ocurrir mientras la política monetaria sea suficientemente racional. De modo que este nivel permite que los bancos comerciales presten gran cantidad de dinero obtenido a un tipo más bajo del banco central, estableciendo así el tipo de interés que ha de predominar en la economía en determinado momento. Sencillamente, se trata de que nadie pediría un préstamo a un tipo mayor estando disponible uno con un tipo menor.

La cantidad de dinero que hace falta imprimir siguiendo este modelo, si es relativamente pequeña, genera una tasa de inflación mínima, lo cual permite forzar los tipos de interés a la baja. Esto es lo que ocurrió a partir de 2016 hasta 2020 en Estados Unidos antes del desequilibrio provocado por la pandemia del Covid-19. De hecho, en cuanto la inflación comienza a subir, los bancos centrales se ven obligados a subir el tipo de interés. Y eso es lo que hemos estado presenciando en muchos países, sobre todo en Estados Unidos, en los últimos años.

El problema que estos métodos provoca es que el aumento de la tasa de interés suele alimentar también la inflación porque los bancos subirán sus tipos de interés a los préstamos de las familias y empresas. De esta manera, los préstamos más caros provocarán mayores precios (inflación) y su consumo e inversión se reducirán (recesión) provocando lo que ahora se conoce como estanflación y, por tanto, su aplicación sin considerar otros parámetros económicos puede llevar en la práctica a inflaciones galopantes en medio de una recesión. Para evitar este desastre, si la cantidad producida de bienes y servicios (PIB) aumenta, la masa monetaria debiera aumentar en igual proporción para no contribuir al aumento de la inflación. Esto NO es lo que está sucediendo en Estados Unidos sino que la masa monetaria y la deuda pública están aumentado a niveles muy superiores al PIB.

Actualmente el mundo presenta una exuberancia monetaria irracional y Estados Unidos se ha convertido en los últimos años en su principal exponente. Las economías más sanas no son las que más crecen sino las que mejor armonizan el crecimiento de sus variables fundamentales, es decir, son aquellas que mantienen un equilibrio racional entre los recursos humanos, los bienes de capital, los bienes públicos y la masa monetaria.

Entre algunos economistas se están barajando teorías monetarias basadas en un "Patrón de Interés". El dinero es un producto más del mercado y, siguiendo la regla económica de que “consumos pasados condicionan producciones futuras”, para mantener el equilibrio económico y monetario consecuente con la salud del mercado, el Banco Central debe emitir dinero en función del interés compuesto o el agregado de intereses generados por el mercado. Estos intereses aplicados a los préstamos a empresas de productos o servicios estimulan o desaniman el mecanismo del valor agregado, es decir, el valor económico adicional que adquieren los bienes y servicios al ser transformados durante el proceso productivo.

Por tanto, ese dinero emitido debiera estar mayormente destinado a las Administraciones Públicas para el pago de bienes públicos suministrados por las empresas privadas. Mediante este mecanismo, el dinero entrará en las cuentas de las empresas privadas para que los bancos comerciales, negociando con las empresas privadas, puedan utilizar ese dinero para impulsar la economía, iniciándose un nuevo ciclo monetario equilibrado que evite la inflación e impulse al mismo tiempo el PIB.

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