Si miramos la composición del nuevo Parlamento de la Unión Europea veremos que los “Populares” tienen 212 escaños, los “Socialistas y demócratas” 185, la “Alianza liberal y democrática” 71, los “Verdes” 55 , los “Conservadores y reformadores” 40, y la “Izquierda Unitaria europea” junto con los “verdes nórdicos” 45.
Podríamos pensar que la distribución de los partidos no ha cambiado mucho pero si nos fijamos más detenidamente notaremos que el Partido Popular Europeo ha perdido 61 escaños y los Socialistas (Socialdemócratas) han perdido 11.
Si añadimos a esto que el Frente Nacional francés (extrema derecha) pasa de 3 a 23 y que el UKIP (United Kingdom Independence Party) gana 13, vemos que se trata de una sacudida fuerte y que el seísmo es real.
No debemos olvidar que en Dinamarca el partido más votado fue un partido ultranacionalista ferozmente opuesto a la inmigración, que en Bélgica el Vlaams Belang (separatista flamenco) fue el más votado en Flandes, que en Grecia “Alba Dorada” ha obtenido más del 9% y que en conjunto más de un tercio del nuevo Parlamento Europeo está compuesto por euro escépticos o eurófobos. Se trata pues de un verdadero terremoto.
En los últimos meses se ha estado produciendo un interesante intercambio entre intelectuales cubanos, residentes en la Isla y en la emigración. Del lado insular han participado Roberto Veiga y Lenier González, mientras que del otro lado he compartido espacio con otros dos amigos: Armando Chaguaceda y Rafael Rojas. Finalmente Veiga y Lenier (VyL) han publicado una interesante contrarréplica titulada Nacionalismo y lealtad: un desafío civilizatorio sobre la cual quiero concentrar mi atención en este artículo.
La principal motivación del artículo de VyL es explicar que el denominado Nacionalismo Revolucionario (NR) constituye la columna vertebral de la construcción histórica nacional y de la posible articulación de un bloque de actores sociopolíticos que, apoyados en la “metodología del pacto… pueden conducir al país hacia un presente y un futuro de estabilidad y progreso”. Y en consecuencia, definen NR como “un conjunto de valores, construcciones intelectuales y hasta cierta mística” compartido por las mayorías nacionales y que remiten a nueve propuestas o principios que van desde el acceso universal a la salud hasta la vocación a la universalidad.
Sin lugar a dudas este esfuerzo digamos que programático de Espacio Laical es parte de un trabajo sistemático para aglutinar y consolidar un campo político con ribetes transnacionales que he denominado de Acompañamiento Crítico (AC) sistémico. Su rasgo principal reside en su creencia de que es posible reformar gradualmente al sistema a partir de una “transición ordenada”. El abordaje e intento de definición del significante Nacionalismo Revolucionario es parte de esa intención. Y creo que imprescindible si quieren constituirse en partes de un bloque con pretensiones de “dirección ético-política”. El pasado evento celebrado en La Habana —así como su alter ego en Miami— y otros esfuerzos de sistematización que se desarrollan al interior de este espacio de AC, son también partes de este proceso.
Temo, sin embargo, que, sea por convicción o por conveniencia en un sistema que deja pocas opciones de autonomía, lo están haciendo con algunas “armas melladas” del autoritarismo, y de hecho se convierten en parte de un problema, cuando debieran ser parte de la solución.
As Russian control of Crimea consolidates and the fear of a potential invasion of continental Ukraine increases, Russian activities closer to home in the Western Hemisphere have been largely overlooked or perhaps just disregarded. There have been reports of increasing Russian military cooperation with countries in Latin America that are hostile to the United States, mainly Cuba, Venezuela, and Nicaragua. This includes agreements between Russia and the above named countries that would enable Russia to place their naval logistic facilities in Venezuelan, Cuban and Nicaraguan territory. According to Russia’s Secretary of Defense, those facilities could serve long-range aircraft. The motive, according to Russia expert, Stephen Blank is that Russia seeks access to ports and air bases for refueling purposes as well as great power influence.
The Russian invasion of Crimea raises the question of whether or not the old cold war logic remains relevant.
Russia may have given up communism but it did not give up the pride of being an empire with a broad sphere of influence they, namely Vladimir Putin considers belonging to them and to them alone. It seems this was the reasoning behind Russia’s 2008 aggressive attempt to prevent Georgia from joining NATO. This was followed up by Russia’s military invasion which successfully detached South Ossetia and Abkhazia from Georgia, making them politically independent but subjected to Russian authority. The same logic applies to the current crisis in the Ukraine.
While the tragic invasion of Crimea was taking place and people were killed in the streets of Venezuela, President Maduro was celebrating a Carnival and people in Cologne, Germany, were madly celebrating another one.
Venezuela and Russia were blatantly violating international law and human rights and using military force and repression for their ambitious goals. While some diplomatic concerns were shown regarding the Russian invasion or Ukraine, practically none was visible on the other hemisphere, with the sole exception of Panama asking for an urgent OAS meeting, while the OAS's Secretary General, Insulza, proclaimed that the OAS had nothing to do in the Venezuelan tragedy.
In Cologne, people were dancing on the streets and pubs disguised in many colorful ways. Cora Pfafferott, spokesperson of Democracy International (DI), reported on this Ash Wednesday that she spotted a young man who looked like a Maidan protester, walking a few days before among the festivity crowds while wrapping a Ukrainian flag around his shoulders and having his face marked with blood and scratches. He was raising with his hands a placard saying "For Freedom and Democracy".
Cora writes that she approached, questioned him and found that he was a native German: "His concern about the ongoing, dreadful developments around Kiev’s main square had motivated him to choose his costume. Impressive!! A political sign of solidarity during Carnival season when most people live for the moment".
La que se considera la mejor forma de organización social no puede quedar reducida a la cita en las urnas. Es una tarea que obliga a pedir responsabilidades a los partidos políticos y a sus dirigentes
Se ha vuelto habitual en el discurso político convencional de nuestros días considerar que la democracia es una forma superior de organización política de nuestro mundo. Pero esa aceptación universal de la democracia se apoya en unos valores sobre los que no existe unanimidad.
Aunque la palabra democracia contiene en sí misma la idea de un demos que gobierna, existen muchas discrepancias sobre la forma de definir y presentar ese demos. Por tanto, no podemos pretender que para tener una definición precisa de la democracia baste con decir que es el gobierno del pueblo. Democracia es una palabra que se refiere al ejercicio del poder del pueblo sobre el pueblo. Sin embargo, si preguntamos quién gobierna en las democracias actuales, la respuesta sería: quienes ocupan una posición de autoridad sobre una comunidad política. Con semejante análisis, deberíamos distinguir entre democracia como Gobierno del pueblo y liberalismo como Gobierno de los oligarcas liberales. ¿Y en ese caso, qué significado tiene democracia en contraposición a liberalismo?
Podemos definir la democracia como la actividad colectiva, explícita y responsable de unos ciudadanos cuyo propósito es instituir unas condiciones de igualdad para que todos ellos puedan participar y tomar decisiones. El liberalismo, por el contrario, es la esfera política que permite que adquieran poder y se enriquezcan unos representantes y responsables políticos adscritos a unos valores liberales y capaces de perpetuar su modelo de autoridad por el bien de su propia protección social.
La concepción liberal de democracia se basa en la idea de libertad negativa que Isaiah Berlin describe como la respuesta a la pregunta “¿Cuál es el ámbito en el que se deja o se debe dejar al sujeto (que puede ser un individuo o un grupo de individuos) que haga o sea lo que es capaz de hacer o ser, sin interferencia de otras personas?”. Sin embargo, la concepción transformadora de la democracia se centra más en la política como forma cooperativa de vida y subraya la necesidad de acción pública. Por consiguiente, podemos dar una definición más precisa de democracia en relación con la acción pública, es decir, una acción emprendida por los ciudadanos y que pretende tener consecuencias cívicas.