¿Autoritarismo o Democracia?

Después de la 2da guerra mundial y hasta la caída estrepitosa de la Unión Soviética y de todo el campo socialista europeo, el mundo vivió una etapa de ¨guerra fría¨, con el temor paralizante de una 3ra guerra mundial, que sería de hecho, nuclear, y que por lo tanto destruiría prácticamente a la civilización humana, dejando sólo rastros de lo que había sido. En esos tiempos se conocía claramente a los dos polos o campos en que básicamente se dividía el mundo, el occidental y el comunista. Desde Cuba, los que ansiábamos que un día nuestra patria fuera libre y democrática, nos preguntábamos, muy a menudo, si el mundo se haría comunista, pues veíamos como, no sólo el comunismo había llegado a Cuba, y con ello a América, sino también a Asia y a África. A través de movimientos guerrilleros habían tomado el poder los sandinistas en Nicaragua, con Daniél Ortega a la cabeza; en África, dictaduras militares, como en Etiopía o movimientos guerrilleros como en Angola, se erigían en estados marxistas, además de muchos otros en el continente, la cifra crecía, y al igual que en Asia, donde desde la instauración de la República Popular China, la Corea comunista, o la victoria de Viet Nam del Norte, unificando a Viet Nam bajo un gobierno comunista, la toma del poder por los “rojos” parecía incontrolable y posible. A los que en Cuba creíamos en la democracia, nos llenaba de angustia.

El desmoronamiento del mundo comunista europeo liderado por la Unión Soviética era como un nuevo nacimiento, y el triunfo de la democracia parecía imbatible. Era el ¨fin de la historia¨, y con ello el triunfo a nivel global del modelo democrático liberal y de la economía de mercado, sobre las ¨democracias populares¨ de economía socialista, centralizada y estatal. Era el triunfo de la libertad sobre la opresión. Cuba sin embargo no cambió, pero a pesar de ello, este movimiento histórico que se daba, a finales de los 80 e inicios de los 90, nos llenaba de esperanzas.

Realmente, el mundo cambió para bien. Los antiguos países socialistas de Europa, fueron paulatinamente constituyéndose en democracias, y poco a poco reconstruyeron sus economías logrando igualmente su adhesión a la Unión Europea. Fueron tiempos esperanzadores, de hecho, África fue cambiando también, y China y Viet Nam, fueron moviéndose hacia la economía de mercado, trayendo cada día más prosperidad a sus respectivas naciones.

De nuevo la inestabilidad

Diría que hubo dos momentos o períodos que dieron comienzo a una nueva era de angustia en este decursar de la humanidad, el primero comienza con el triunfo talibán en Afganistán que concluye con el ataque a las torres gemelas dirigido por Al Qaeda y posteriormente la guerra de Irak.

El segundo, la explosión de la burbuja hipotecaria, el consiguiente hundimiento del sistema bancario y el desencadenamiento de la crisis económica en Estados Unidos, que llevó al país y al mundo a una gran recesión casi del nivel de la gran depresión de los años treinta.

La situación mundial es actualmente muy seria.

Personalmente, vivía convencido de que el mundo había cambiado definitivamente para bien, y que la democracia liberal, se había entronizado en toda Europa y en los EE UU para servir de faro, a un mundo que necesitaba no sólo de desarrollo económico, sino de que éste se diera en libertad.

No podíamos imaginarnos durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, Rusia, entre el 7 y el 23 de febrero de 2014, que sólo unas semanas después, en marzo, Europa iba a ser reconfigurada de nuevo, con la absorción de Crimea por Rusia, y la posterior guerra entre Ucrania y los separatistas de las regiones del este, apoyados por Moscú. Tampoco podíamos imaginarnos que unos meses después, en junio, irrumpiría con la fuerza de un huracán, tomando un vasto territorio iraquí, el Estado Islámico (EILL o ISIS), llegando a tomar las ciudades de Faluya y Mosul, y con anterioridad la ciudad siria de Raqqa, que fue nombrada capital del autoproclamado ¨Califato¨.

Ambos fenómenos ponen en grave peligro la paz mundial, pero aún más peligroso es el deterioro de la confianza global por el régimen democrático, y el surgimiento de nacionalismos y populismos, en las diversas regiones del mundo, pero sobre todo en Europa y en América Latina.

Me referí a ello en mi artículo de febrero pasado ¨Populismos y Totalitarismos vs Unidad de las Fuerzas Democráticas¨. Hoy vuelvo sobre el análisis pero voy aún más lejos en el mismo.

Prosperidad y autoritarismo

La muerte de Lee Kuan Yew, ¨padre de la patria¨ de Singapur, el pasado 23 de marzo, me ha motivado a reflexionar sobre una tendencia, no sólo asiática, sino internacional, hacia modelos autoritarios, semi democráticos, o modelos que tienden a dictaduras, o llevan el germen de las mismas, como fin.

Singapur uno de los países más desarrollados del mundo, prácticamente una ciudad-estado, con 5.4 millones de habitantes y cuatro grupos étnicos fundamentales, de los que el chino es el más numeroso con el 74.4% de la población, ha desarrollado un modelo de libre mercado capitalista, con al mismo tiempo un férreo control estatal o paternalismo de estado desde su independencia. De la mano de Lee Kuan Yew, Singapur pasó de ser uno de los países más pobres del mundo, hace 60 años, a tener un producto interno bruto de 297,900 millones de dólares en 2013, lo que significa unos 62,400 dólares per cápita, con un índice de desempleo del 1.9%, y una inflación de 2.4% anual, presentando una gran estabilidad, seguridad en sus calles, y un gasto en salud de más de 1.1% por encima del gasto militar (4.6% vs 3.5%). Hay que resaltar también la lucha de Lee contra la corrupción, logró limpiar de corruptos a la sociedad singapurense, lo que unido a su pragmatismo de mantener gente calificada en los puestos públicos, a través de sueldos competitivos con el sector privado, contribuyó grandemente a su éxito en el desarrollo de su modelo.

Sin embargo, estas cifras dignas de ser un ejemplo para todo el planeta, se han logrado a través de un férreo control del Partido Acción Popular, partido que fundó, y que convirtió a Lee Kuan Yew en Primer Ministro o Jefe de Gobierno en 1959, por 31 años, hasta 1990, cuando dejó el cargo a Goh Chok Tong, quien creó para Kuan Yew, el cargo de Senior Minister, y cuando su hijo, Lee Hsien Loong, asumió como Primer Ministro en 2004, pasó a Goh a ser Senior Minister, y creó para su padre el cargo de Ministro Mentor, hasta su muerte.

Junto al monumental desarrollo económico y una modernidad digna de alcanzar, Singapur padece hoy la imposición de leyes que parecieran ser impuestas en el Medioevo, y no en nuestros tiempos, como el azote legal, o la prohibición del consumo e importación de chicles. El castigo del narcotráfico es la pena de muerte. Con estas leyes, no es de extrañar el alto nivel de seguridad de sus calles.

Un artículo de Carlos Alberto Montaner, intelectual cubano, de intachable apego a la libertad y a la democracia en todo el mundo, titulado ¨Epitafio para enterrar a Lee Kuan Yew¨, terminaba así: Si yo escribiera el epitafio de la tumba de Lee lo despediría con una frase sencilla, llena, pese a todo, de admiración: “Fue muy grande porque creyó en la libertad económica. Hubiera sido aún mucho mayor si hubiera creído en la libertad política”.

En las palabras de Carlos Alberto, ¨pese a todo, de admiración¨, se resume un fenómeno que está de cierta manera minando la percepción por la democracia política, hoy, en muchos países, regiones, e inclusive en lugares donde la democracia liberal tal y como la conocemos, ha sido el sistema creador de libertad, justicia y respeto a los derechos humanos; debido a la crisis económica, al desempleo, y a los altos niveles de corrupción, está siendo fuertemente cuestionada en muchas partes, al mismo tiempo que surgen grandes muestras de admiración por modelos que desarrollan un fuerte crecimiento económico y con ello un alto grado de mejoría en los niveles de vida de la población, pero con un gran autoritarismo. Al mismo tiempo, vuelve a surgir el cáncer del comunismo, como modelo, aunque bautizado con otros nombres para atraer a grandes sectores de la población afectados por la crisis.

No sería de extrañar entonces, que el modelo chino, por su alto grado de pragmatismo, expansión económica y desarrollo, tenga tantos admiradores, sobre todo en un caso como éste, que procedía de un modelo estancado, estatista, incapaz de traer desarrollo a un país enorme con el mayor número de habitantes del mundo. A Deng Xiaoping gestor del cambio del modelo, que ha llevado a China a ocupar el lugar de segunda potencia económica del mundo, se debe la frase que encarna el pragmatismo del régimen, ¨no importa si el gato es blanco o si el gato es negro, lo que importa es que cace ratones¨. Este hombre cuyas reformas de mercado llevaron a China a crecer de manera impetuosa en lo económico no tuvo reservas en apoyar la represión brutal contra los jóvenes en la Plaza de Tian'anmen.

China, cuyo Partido Comunista es el único legal, ha mostrado un gran pragmatismo en lo económico y en lo social por la magnitud de los cambios, pero sigue manteniendo un férreo control sobre la población en lo político. La China actual no sólo ha elogiado tremendamente a Lee Kuan Yew, sino también al modelo autoritario que éste representó; Xi Jinping actual presidente de China, lo alabó como ¨un viejo amigo del pueblo chino¨ y un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, lo calificó de ¨estadista y estratega asiático con una capacidad de influencia única que supo aunar los valores orientales con una visión internacional¨. Lee no creía en el modelo democrático liberal tal y como lo concebimos en occidente, a pesar de haber adoptado la estructura parlamentaria británica, asegurando sin embargo el control total de la misma por su partido, al que a la vez dirigía con la fuerza del gobernante autoritario. Muchos otros líderes mundiales admiran el modelo de Singapur. La siguiente pregunta sería, con la muerte de Lee, ¿mantendrá Singapur su nivel de autoritarismo, o irá progresivamente cambiando hacia el modelo democrático liberal?

Recuento

La derrota del Nazismo y del Fascismo y el triunfo aliado en la 2da Guerra Mundial trajeron aparejados dos modelos totalmente antagónicos en Europa. Europa Occidental desarrolló la democracia liberal, con la economía social de mercado y el estado de bienestar como fundamentos, así como la unión paulatina de cada uno de sus países, a través de un proceso, desde la firma por 6 naciones del Tratado del Carbón y del Acero en 1951, hasta los 28 países que forman la Unión Europea actual.

En paralelo se gestaba en la Europa Oriental el modelo comunista bajo el control de la Unión Soviética, oficialmente desarrollaban ¨el socialismo¨ a través de ¨democracias populares¨, sin embargo, eran verdaderas dictaduras de partido único, reglamentadas centralmente, y bajo el perenne ojo de Moscú, que no dudó en invadir a Hungría en 1956 y a Checoeslovaquia en 1968, cuando se desarrollaban en estos dos países, movimientos reformistas. La economía centralizada estatal que los caracterizaba era un profundo fracaso productivo, pero era ideal para mantener el control político de la sociedad. La estrepitosa caída del modelo entre 1989 y 1991 dio lugar a la ilusión de que la humanidad terminaba un período dictatorial que ¨no podría levantar cabeza nunca jamás¨.

La salida del poder de Pinochet en Chile en 1990, daba por terminado un período de dictaduras militares en América Latina y con ello comenzaron a surgir gobiernos democráticos en prácticamente todas sus naciones. Quedaba en pie, la Cuba comunista, como único país con una dictadura copiada del modelo soviético, y a la vez tropicalizada, que con la terminación del subsidio soviético caía de bruces en una profunda crisis económica, y un país totalmente en ruinas en todos los sentidos.

Sin embargo, el modelo seguía en pie en América, y el triunfalismo democrático, olvidó la fuerza de una ideología sustentada en el igualitarismo (disfrazado de igualdad), y en un antinorteamericanismo extraordinariamente popular en América Latina.

Las fuerzas democráticas desde la OEA se dedicaron a fortalecer la democracia en toda América, con la Carta Democrática Interamericana, aprobada el 11 de septiembre de 2001, en Lima, Perú, con un explícito compromiso de todos los países miembros con la democracia en base al respeto a la dignidad humana. Al mismo tiempo el prestigio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, integrada por siete personalidades no vinculadas a ninguno de los gobiernos, hacían prever una época muy fructífera en todas las Américas.

La entronización de Hugo Chávez en Venezuela, luego de ganar las elecciones presidenciales, iniciaría una nueva etapa de oscurantismo en la región. El Socialismo del Siglo XXI, encarnaba la destrucción gradual de la democracia liberal, desde el poder ganado democráticamente. Los altos precios del petróleo, así como la tutoría cubana, hizo de Venezuela el nuevo centro de esparcimiento de este nuevo modelo, que en realidad no es nuevo, es el mismo ¨socialismo real¨, con máscara democrática, que va quitándose la máscara, en la medida en que se fortalece su poder y gana en represión y control de la sociedad. Hoy, la realidad es desconcertante, un grupo de países ha adoptado el Socialismo del Siglo XXI, como Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y otros, como Argentina, han servido de apoyo incondicional al mismo.

En sentido contrario, otros estados viniendo del totalitarismo comunista, reforman sus economías hacia el mercado y logran altos niveles de crecimiento económico, y con ello aumentos sustanciales de prosperidad en sus sociedades, pero lo hacen, manteniendo el férreo control de un partido único sobre la sociedad, con altos niveles de represión. Ejemplos: China y Viet Nam.

Otros, como Singapur, lo logran con lo que podríamos llamar un modelo autoritario (no totalitario), hay otros partidos políticos, pero el gobernante es el hegemónico, y mantiene el poder indefinidamente.

Además, el modelo, populista capitalista, con hegemonía de un partido, y sin separación real de poderes, sustentado en el ¨mesías¨ nacionalista, de proyecciones imperiales, capaz de amenazar y de conquistar a vecinos con poblaciones rusoparlantes, con el fin de expandir su ¨imperio¨, se abre camino en Rusia de la mano de Vladimir Putin.

Por último, el nacimiento del Estado Islámico, en la lucha por derrocar a Hafez el Asad en Siria, dando lugar a un califato, que recuerda lo peor del alma humana, tiranía islamista del Medioevo, siniestra y asesina, conquistando territorios en Siria e Iraq, y con una extraordinaria vocación de conquista, poniendo en peligro a otras zonas del Oriente Medio, y la paz mundial.

Y por si fuera poco, la crisis económica en Europa, sobre todo en Europa del Sur, dando a luz a partidos populistas como Podemos en España y Siriza en Grecia. Al mismo tiempo, el resurgimiento de partidos xenófobos y populistas desde Gran Bretaña hasta Suecia, que desde la extrema izquierda leninista, hasta la extrema derecha fascista, se unen en objetivos comunes, que aunque en el fondo tienen como finalidad la destrucción del estado democrático y de derecho, tienen objetivos inmediatos, la desestabilización de una Unión lograda con tanto esfuerzo y sacrificio y de Europa en su conjunto, a través de la crítica destructiva que toma a Alemania como ¨chivo expiatorio¨. Acusan a Alemania de parecerse al régimen nazi, equiparan a Angela Merkel con Hitler, sin tener en cuenta que Alemania es una de las democracias más ejemplares del continente europeo y del mundo.

En este recuento no podrían faltar dos regímenes que mancillan las libertades y que tienen ínfulas imperialistas también: el régimen estalinista de Corea del Norte, fracasado estrepitosamente desde el punto de vista económico y social, pero con armas nucleares, que mantiene en estado de tensión permanente a sus vecinos; y la dictadura teocrática de Irán, líder de la facción chiita islamista en el mundo.

¿Hacia dónde vamos? Lecciones de la Historia

Con este cuadro desolador, ¿podrá la democracia sellar el destino de un mundo multipolar, a través de un respeto irrestricto a los derechos humanos, no importa cuál sea la tradición histórica o religiosa de los pueblos? En ello va el destino de la paz mundial y el verdadero desarrollo económico y social de la humanidad. Soy optimista.

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