Ver. Se podrá decir que toda la Vida consiste en esto (sino como finalidad, por lo menos sí esencialmente). Ser más es unirse más y más: estos serán el resumen y la conclusión misma de esta obra. Sin embargo lo comprobaremos más aún: la unidad sólo se engrandece sustentada por un acrecentamiento de conciencia; es decir, de visión. He aquí por qué, sin lugar a dudas, la historia del Mundo viviente consiste en la elaboración de unos ojos cada vez más perfectos en el seno de un Cosmos, en el cual es posible discernir cada vez con más claridad. La perfección de un animal, la supremacía del ser pensante, ¿no se miden por la penetración y por el poder sintético de su mirada? Tratar de ver más y mejor no es, pues, una fantasía, una curiosidad, un lujo. Ver o perecer. Tal es la situación impuesta por el don misterioso de la existencia a todo cuanto constituye un elemento del Universo. Y tal es consecuentemente, y a una escala superior, la condición humana. (Fragmento del prólogo de ¨El Fenómeno Humano¨ de Pierre Teilhard de Chardin).
El descubrimiento de la obra del P. Teilhard de Chardin fue esencial para mi vida no sólo desde el punto de vista científico y religioso, sino existencial. Conocí por primera vez al P. Teilhard en un momento en que lleno de dudas y de contradicciones, se desencadenaba una gran lucha en mi interior. El “Fenómeno Teilhard”, aunque con años de retraso, fue un descubrimiento fabuloso para mí.Poco a poco, pude leer sus obras. Teilhard, no pudo publicar sus libros y trabajos en vida, porque su obra era considerada como ¨una especie de error¨ en materia de fe por la misma Iglesia a la que amaba, y al ser sacerdote, mantuvo humildemente la disciplina solicitada por sus superiores jesuitas, que sin embargo, le permitieron realizar a plenitud su vida como destacadísimo paleontólogo en diversas regiones del mundo. Para mí, sometido a la discriminación religiosa de un régimen totalitario y lleno de dudas, no sólo significó hallar el camino en que confluía mi ideal cristiano con el pensamiento científico, sino también aprender a ser más humilde, respetuoso, y hombre de diálogo con todos, los que pensaban de manera diferente y los que pensaban como yo.
La certidumbre del poder que lleva al fanatismo de todo tipo, fue algo que pude vivir personalmente en Cuba, cuando se me calificaba de ¨buena persona, pero religioso¨, era como la famosa frase de Capdevila en su defensa de los estudiantes de medicina, ¨será un borrón que no habrá mano hábil que lo haga desaparecer¨, en este caso por el solo hecho de ser católico; era terrible, era la certidumbre de la ideología marxista-leninista, ante opiniones o credos diferentes. Reconociendo que la certidumbre ha hecho mucho daño al cristianismo, al convertir en ¨verdades¨, muchas apreciaciones que han sido derrumbadas por la historia, la ciencia y la civilización, me siento hoy dichoso al ver una Iglesia que se ha renovado desde el Concilio Vaticano II y muy especialmente ahora de la mano de Francisco, papa que ha llegado con tremenda humildad a reformar lo que debe ser reformado, a corregir errores, donde los haya, a crear conciencia social sobre la necesidad de lograr sociedades más justas y solidarias.
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