Introducción
Ser testigo de la destrucción de la sociedad civil a fuerza de represión, hegemonía comunicacional y educativa, y prohibición absoluta de todo aquello que pudiera de alguna forma representar una idea independiente, ha sido la realidad de millones de cubanos por más de cinco décadas. Si un movimiento representó lo que pudiésemos llamar el renacimiento de una incipiente sociedad civil que quería levantarse por encima de la pesadilla que totalizaba todos los ámbitos nacionales, fue el Proyecto Varela. La valentía tanto de sus gestores, con Oswaldo Payá a la cabeza, como de aquellos que lo firmaron, es una página que la historia de Cuba, tendrá que enaltecer en el futuro del país, cuando termine la oscuridad y el desencuentro. Igualmente, desde Pinar del Río, un grupo de laicos católicos, creaba el Centro de Formación Cívico-Religioso, con el apoyo de su obispo, con el fin de forjar sociedad civil, este esfuerzo, en que gracias a su principal gestor Dagoberto Valdés Hernández, y su irrenunciable voluntad de creer en que desde lo pequeño se conquista hasta la inmensidad, aparecía Vitral, y con ella una formidable muestra de ¨libertad de la luz¨. Los golpes y las dificultades, la mano del poder totalitario, la debilidad de hombres que como pastores debían ofrecer solidaridad y no ser como ¨el cruel que me arranca el corazón con que vivo¨, hizo desaparecer el Centro y Vitral, pero a su vez dio lugar a que apareciera de manera independiente, Convivencia y con ello un proyecto de mucho más alcance, para la Cuba de hoy y la de mañana. Es doloroso pensar que perviven las lágrimas y la angustia, que las dificultades son crecientes, pero también es fabuloso, que hoy los cubanos están perdiendo el miedo, y que ya el estado totalitario no tiene como ocultar sus arbitrariedades, cada día más a la luz de todos. Es la fuerza de la sociedad civil.
Hace unos meses en un artículo que publiqué titulado ¨Por qué soy optimista: Cuba y su porvenir democrático¨ manifesté, ¨En 1959 tenía 11 años, y llegué a los EE UU en 2002 por lo que viví 43 años en el comunismo tropical, en la Cuba, que a pesar del daño antropológico creado por la dictadura, quiere ser libre. Ese inmenso deseo de cambio, que palpé en tantos y tantos compatriotas, y que en los últimos años ha ido conformando de manera lenta pero segura una nueva sociedad civil independiente del régimen, me da la seguridad de que la democracia, será al final, la sociedad que sellará el destino de nuestro país¨.
Y lo sigo afirmando, no sólo por el profundo deseo de cambio dentro de nuestra patria, sino también por ese afán de un exilio, que diseminado por todo el mundo, sigue soñando y luchando por esa nueva Cuba en libertad.
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