A fines del año 2015 la economía mundial se expandiría moderadamente por la recuperación de EEUU a pesar a la fuerte apreciación del dólar, la Eurozona (EZ) comenzaba a recupérense y extenderse, y la desaceleración de China se estaba deteniendo. En cambio desde enero de 2016 la situación se ve alternada por las preocupaciones sobre la capacidad de las autoridades chinas para agenciar una economía cada vez más compleja y abierta al mundo, una importante disminución del precio del petróleo, y las incertidumbres y crecientes dudas sobre de la normalización de la política monetaria en EEUU y sobre la posible pérdida de dinamismo de su economía.
Los efectos de estos tres factores se manifestaron en un fuerte declive de las bolsas mundiales en enero y febrero de 2016, una aguda pérdida de reservas internacionales y las salidas de capitales de China, nuevas caídas en los precios de petróleo y de las materias primas, el aumento de las primas de riesgo y la depreciaciones de las monedas de los países emergentes y en desarrollo, particularmente de los países exportadores de petróleo y de materias primas.
La situación de China
No se puede descartar que el ajuste de la bolsa de China se debió a la corrección de una burbuja, la que debería tener efectos limitados en su economía y en la economía global debido al reducido papel de los activos accionarios respecto del tamaño de la economía, la tenencia de activos por los hogares, el financiamiento de las empresas, y especialmente debido a la desconexión de la bolsa china con las bolsas globales. Pero también esta corrección puede aumentado por el fallido intento de las autoridades económicas de controlar y dirigir la bolsa con la introducción interruptores para reducir la liquidez y aumentar la presión correctiva sobre los mercados. De hecho, las autoridades terminando descartan estas medidas.
Algo similar sucedió con la gestión cambiaria. China tenía una política cambiaria de fijación al dólar. Una mayor inflación que la de EEUU y la pronunciada apreciación del dólar en los mercados internacionales determinaron una importante apreciación real del yuan, afectando adversamente las exportaciones y a las empresas que compiten con las importaciones. A la vez, el interés del gobierno de China en aumentar la independencia de su política monetaria y que su moneda entrara al club de las principales monedas de reservas mundiales, o sea a la canasta de monedas de los Derechos Especiales de Giro del FMI, determinó que las autoridades, primero, disminuyera la atadura de yuan al dólar, y, después, con un ajuste gradual de la paridad, lo fijando a una banda cambiaria en torno a la canasta de monedas.
El romper de la atadura al dólar y la operación de la banda con mayor libertad aumentaron la incertidumbre cambiaria e incrementaron la presión para la depreciación del yuan. Todo esto, en un contexto donde el yuan se había apreciado en forma importante en los últimos años (desde 2009), que llevó a una fuerte expansión de la deuda en dólares de las empresas y disminuyó la rentabilidad de las empresas del sector transable. Como resultado de la incertidumbre cambiaria, las empresas aceleraron el pago de su deuda en dólares y han acelerado la salida de capitales.
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