La polarización no es solamente algo que vemos aquí en los Estados Unidos de América. La misma se está extendiendo “como un reguero de pólvora por las democracias de todo el mundo” y el panorama para el mundo no es bueno. La Doctora Jennifer McCoy[1] y su colega Murat Somer en su trabajo: “Reduciendo las polarizaciones perniciosas: Un análisis histórico comparativo de la despolarización y la superación de la polarización”[2], hablan entre otras aspectos sobre las experiencias de la polarización en diferentes países, como lo que actualmente está sucediendo en Estados Unidos y como la situación en este país se destaca del resto del mundo y los países que han logrado alejarse del “borde del precipicio de la polarización”.
En el sumario del trabajo antes mencionado, los autores señalan que:”El aumento global de la polarización política ha alimentado la preocupación por su impacto perjudicial en la política y la sociedad. Desde un aumento de la violencia política hasta una disminución de la calidad de la democracia y la gobernanza, las amenazas planteadas por la polarización perniciosa —la división de la sociedad en dos campos políticos mutuamente antagónicos— son diversas y agudas”[3].
Para el Foro Económico Mundial, en su Informe de riesgos Globales 2024[4]., la “polarización social” se encuentra en su lista de “riesgos a corto plazo” Para muchos a esta preocupación se suman las “interacciones entre la polarización y la desinformación” entre otros factores económicos, sociales y políticos. Para muchos, también, el populismo, tanto de derecha como de izquierda, alimentan la polarización en particular en la política, con las consecuencias que ya se saben que la acompañan.
Como cristianos, al analizar y pensar sobre este tipo de afirmaciones nos vemos obligados a actuar y determinar cómo reducir estas tenciones de forma urgente. La intolerancia que nos acompaña hoy en día tenemos que superarla y eliminarla si queremos salvar la democracia que tenemos.
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