Hoy los católicos del mundo entero comenzamos un tiempo al que llamamos Cuaresma. Mientras transcurre intentamos vivir especialmente la experiencia de Jesús en el desierto. Como Él, intensificamos en estos cuarenta días la relación profunda con Dios. Tomamos conciencia de nuestro modo de vivir e intentamos concretar maneras de ser mejores cada día, teniendo claro que no es solo obra nuestra, aunque en gran medida sí depende de nuestros esfuerzos, que nunca serán sin alguna cuota de sacrificio.
Hoy, como tantas veces, inclino mi corazón a Dios para pedirle la gracia de escuchar su voz, de seguirlo, de comprender su querer con el que a veces es difícil configurar mi corazón y razón.
Escuchando una reflexión para adentrarme serena y conscientemente en este nuevo tiempo, acogía esta invitación: Cuaresma es tiempo de verdad, de humildad; es tiempo de caminar hacia la luz, hacia la Pascua. Dejar que Dios se haga paso en nuestra vida.
Cuaresma es tiempo de vivir en la verdad, siempre tan contrastante para nosotros los cubanos. Aunque es posible que no todos sepamos lo que es la Cuaresma, sí sabemos diferenciar entre la verdad y la mentira, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.
Me duele mucho que no seamos capaces de optar por la verdad con todas sus consecuencias, sobretodo porque lo que seguimos dejando a las generaciones jóvenes es la falsedad, la vida en la mentira, la doblez, y ellos, como nosotros, se acostumbrarán a lo indebido, dirán sí cuando el corazón o la razón dicen no.
He visto con dolor dos videos que me han hecho pensar en lo fácil que somos de manipular, o cómo mentimos para no buscarnos problemas. Los videos de los que hablo solo me confirman lo que mis propios ojos han visto una y otra vez, y hoy mi reacción ante esto se hace oración, grito, súplica.
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