A venticinco años de los Acuerdos de Esquipulas, liderados por el entonces presidente de Costa Rica Oscar Arias Sanchez, que pusieron fin a los conflictos bélicos en Centroamérica y convirtieron a los grupos armados en actores políticos de sus respectivos países, el proceso de consolidación democrática iniciado entonces se ha venido, más que consolidando, manteniendo sin lograr, hasta ahora, progresos significativos en cuanto a la participación efectiva de los ciudadanos .
Los procesos electorales se han sucedido periódicamente y no se han producido, excepto el caso de Honduras, rupturas del orden constitucional. Debo aclarar que con respecto a Honduras y el acto de destitución del presidente Zelaya, todavía existe un debate, por cuanto unos hablan de golpe de Estado y otros de una acción legal prevista en la Constitución del país.
Pero obviando el tema porque no es el objetivo de este artículo, mi mayor preocupación se centra en la creciente desconfianza del electorado centroamericano en la clase política.
Desconfianza, desilusión y rechazo crecientes, reflejados en el alto abstencionismo electoral y el resultado negativo de las encuestas de opinión.
Desde presidentes, diputados, congresistas y ministros, hasta funcionarios públicos de diferentes niveles son acusados con frecuencia de actos de corrupción, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y desviación y sustracción de fondos públicos, entre otros, traicionando la confianza depositada en ellos e incumpliendo el juramento que hicieron al aceptar sus cargos.
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