Hace mas de 40 años, en una tarde soleada de Septiembre yo me enamore ... de mi primera clase de Economía. Esa tarde de otoño donde encontré un nuevo amor, como casi todos los amores inolvidables, llegó inesperada y sin buscarse. Miremos hacia atrás a algunos de los acontecimientos que nos que llevaron a ese encuentro ilícito.
Había llegado a los Estados Unidos unos 10 años antes y, como la gran mayoría del exiliado cubano del aquel entonces, la tristeza de saber que no podía volver a la patria, la penuria, los esfuerzos para sacar de Cuba a la familia que quedaba atrás mi padre, hermana y esposo a los que el régimen castrista les había negado el permiso de salida mantener a mi madre española que no hablaba inglés y a un sobrino niño con padres ausentes, se convirtió en la única razón de mi existencia sin mucho tiempo para enamoramientos. La educación universitaria también pasó a ser una lejana necesidad que tal vez “algún día” pudiera considerarse.
En Cuba trabajé varios meses como secretaria, de donde fui sacada a punta de metralleta por un miliciano, juzgada, clasificada contrarrevolucionaria y expulsada del trabajo en una mañana clara de Enero de 1961. Mi hermana me esperaba en las escalinatas habiendo recibido momentos antes el mismo tratamiento. Al llegar exiliada -(no emigrada) de Cuba-, mi inglés era unos pasitos más avanzados que aquel famoso “Tom is a boy, Mary is a girl, look at the picture in the lesson five”. Esa corta experiencia de trabajo en Cuba junto a ese poquito de inglés me dio la oportunidad de aplicar para una posición de secretaria en una empresa en Nueva York unos meses después de llegar al exilio. Solo que, surprise!!! resultó que mi aritmética de Baldor era mejor que mi inglés, y Voila! en vez de secretaria me ofrecieron un puesto de Statistical Analyst en su maravillosa oficina de Park Avenue.
WOW, impressive!
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