Su falso estado de tranquilidad se transfiguró rápidamente. No pudo soportar el cuestionamiento de su política de estado. No le importó en lo más mínimo que la resolución hubiera sido apoyada por veinte Jefes de Estado o de Gobierno. Pensó que encolerizarse y proferir improperios contra el presidente de una nación frenaría la resolución de condena al terrorismo del grupo ETA.
Estos hechos insólitos tuvieron lugar durante la X Cumbre Iberoamericana, en Panamá, en el año 2000. Como protagonista irascible y soez el mandatario Fidel Castro. La víctima de su injustificada violencia verbal, el presidente salvadoreño Francisco Flores. Este último, haciendo despliegue de sus principios cristianos, siguió el consejo del Rey Salomón : "Responde al necio como merece su necedad para que no se estime sabio en su propia opinión”.
Todo el profundo conocimiento adquirido por Flores en los centros universitarios de Oxford y en la estadounidense Harvard, más el dominio filosófico del pensamiento hinduista, le sirvieron para mantener una profundad ecuanimidad y responder sabiamente a este despreciable dictador que se comportaba como un energúmeno.
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