Cuba disminuye y envejece

Entre los desafíos más serios y preocupantes que enfrenta la sociedad cubana están los de carácter demográfico.  El bajo crecimiento poblacional que venía ocurriendo desde hacía tiempo, acusa ya tasas negativas.  En el período 2006-2010 la población decreció, con la excepción de 2009.  De tal forma, al término del 2010 hubo una disminución de 2 mil 675 habitantes con respecto a los que, según se estimaba, residían el 31 de diciembre del 2005.  Junto a este fenómeno se desarrolla un acelerado proceso de envejecimiento que ha convertido a Cuba en el país del continente con la mayor cantidad relativa de población de 60 años, y más.

La minoración de la población únicamente se había dado en dos ocasiones en la historia demográfica cubana: a fines del siglo XIX como consecuencia de la devastación resultante de la guerra de independencia, la reconcentración de Weyler y el regreso a España de numerosas personas tras la derrota del colonialismo, y en 1980 debido a la salida masiva de alrededor de 125 mil personas por el puerto de Mariel hacia Estados Unidos, factor determinante para que en ese año existiera un decrecimiento poblacional de 549 habitantes.

Los orígenes del proceso actual de decrecimiento responden a la caída en barrena de la natalidad y el continuo abandono definitivo del país de importantes cantidades de ciudadanos, en especial jóvenes, no obstante los considerables obstáculos oficiales para hacerlo.  Esta dinámica ha sido atenuada por altas tasas de esperanza de vida, 79,1 años en 2011, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); nivel superado ligeramente por Costa Rica (79,3 años), e igual al alcanzado por Chile, en lo que ha incidido particularmente el bajo índice de mortalidad infantil (4,9 fallecidos por 1000 nacidos vivos en 2011), que sitúa a Cuba en ese importante aspecto entre los países con mejores resultados mundiales.

La natalidad alcanzó 30,1 por cada mil habitantes en 1960, con un alza a 35,1 en 1963, pero tras una prolongada tendencia a la disminución, llegó a 10,7 como promedio en 2005-2010, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), para una caída del 65,0 por ciento respecto a 1960.

Otros parámetros de suma importancia tuvieron una disminución sustancial. Según las previsiones del PNUD en su Informe para el Desarrollo Humano (IDH) 2010, Cuba tendrá una tasa global de fecundidad (hijos por mujer) de 1,5 entre 2010-2015, la más baja de América Latina, incluso inferior a China (1,8). Esa proyección no está lejos de la realidad, pues el gobierno cubano reconoció para 2010 una tasa global de fecundidad de 1,6 y una tasa bruta de reproducción (hijas por mujer) de 0,79, lo cual impide no solo el crecimiento, sino el reemplazo del elemento esencial para el desarrollo poblacional: la mujer. Un panorama complejo que dificulta la toma de medidas para la normalización del controvertido panorama migratorio nacional. Este proceso ha contribuido a un acelerado aumento de las personas con 60 años y más. Si en 1990 era de 12,1 por ciento, en 2010 fue de 17,8 por ciento, con provincias, como Ciudad Habana y Villa Clara cercanas al 20,0 por ciento, según las estadísticas oficiales. Cifras aparecidas en el periódico  Granma el pasado 5 de mayo, muestran que el porciento de las personas de la tercera edad creció a 18,1 por ciento en 2011.

A esta reducción de las tasas de natalidad se une un importante factor que influye en la disminución poblacional: el permanente flujo sin retorno de cubanos hacia el exterior a pesar de las restricciones existentes.  En el período 2001-2010, el saldo migratorio negativo alcanzó 341 mil 199 personas, equivalente aproximadamente a tres años de nacimientos, según cálculos basados en informaciones brindadas en los Anuarios Estadísticos de la ONE.

Las perspectivas de que esta lamentable situación demográfica pueda modificarse en sentido positivo son improbables, si no se adoptan medidas favorecedoras del incremento de la natalidad y disminuye el deseo de los cubanos de marcharse del país.  Esos objetivos no se lograrán a no ser que se realicen transformaciones económicas, sociales y políticas que creen un ambiente de confianza en el porvenir de Cuba.  De todos modos, las tendencias demográficas imperantes tendrán efectos en el crecimiento y la estructura de la población en los próximos decenios.

Esto quedó demostrado en un estudio realizado por la ONE a mediados del 2011 y titulado “Proyecciones de la población cubana 2011-2035”, que tomó como referencia 2009 y trabajó las hipótesis para períodos quinquenales. El primer período proyectado fue el quinquenio 2005-2010 y el último 2045-2050, aunque solamente se publicó hasta 2030-2035.

Cuadro. La población cubana en los años 2011 y 2035, según proyecciones de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE).

OEC

(a) Datos reales del 2011 indican que la población con 60 o más años de edad es del 18,1 por ciento, según publicó el diario Granma en su edición del 5 de mayo. Esto modifica los por cientos de los otros grupos de edades, en una magnitud todavía no informada.

De acuerdo con ese amplio documento, en 2035 los habitantes se habrán reducido en 478 mil 544 de los 11 millones 232 mil144 existentes a mediados de 2011.  Se prevé que Cuba tendrá 10millones 753 mil 600 habitantes dentro de 23 años, con un 34,0 porciento de personas con 60 años o más, mientras las mujeres en edad fértil (15-49 años) se reducirán en 827 mil 296.  Si en 2011 las personas en edades activas (15-59 años) constituyeron el 65,0 porciento de la población total, en 2035 sólo serán el 52,2 por ciento.

En la proyección de ONE se prevé un decrecimiento del 25,0 por ciento del saldo migratorio negativo hacia el exterior a partir del quinquenio 2020-2025, y se pronostica una tendencia a la disminución en los dos quinquenios posteriores. Asimismo, la tasa global de fecundidad se estima que crecerá progresivamente de 1,52 en2010-2015 hasta llegar a 1,66 en 2035-2040, para un aumento del 9,2 por ciento. Tanto la reducción de la emigración como el incremento de la tasa global de fecundidad serían acontecimientos positivos en caso de lograrse, pero dependerán del mejoramiento de las condiciones de vida y las posibilidades de progreso que existan en el país, situación que no se percibe en la actualidad.

Desde el punto de vista económico, los retos que plantean la disminución de la población y el creciente envejecimiento son colosales.  En Japón y otros países desarrollados existen situaciones similares que se han enfrentado con altos crecimientos de productividad del trabajo, lo cual compensa relativamente la reducción dela población económicamente activa.  Asimismo, al ser sociedades con altos niveles de vida, han abierto sus fronteras a la inmigración para mitigar la carencia de fuerza de trabajo.  La sociedad cubana no tiene esas posibilidades.  La productividad del trabajo es sumamente baja en la actualidad, de manera que el incremento del Producto Interno Bruto por trabajador entre el 2000 y 2010 no rebasó el crecimiento del salario nominal medio mensual, de acuerdo con cálculos realizados con información publicada por ONE.  En esto incurren varios factores, entre los cuales se encuentra el continuo proceso de atraso tecnológico en casi todos los sectores de la economía, acompañado de una persistente descapitalización desde inicios de los años 1990 y de la carencia de estímulos laborales, patente en especial en el constante declive del salario real, que en la actualidad no llega ni al 30,0 por ciento del existente en 1989.  Estos factores negativos, junto a otros, como la acuciante falta de vivienda, están en la génesis de las preocupantes perspectivas demográficas de Cuba y sin un encauzamiento correcto de los mismos será imposible encontrar solución al decrecimiento y al acelerado envejecimiento poblacional.

Además, la carga económica que representa el incremento de las personas en la tercera edad cada día será más difícil de soportar.  Los paliativos tomados por el gobierno como el incremento de la edad de retiro en las mujeres, de 55 a 60 años, y los hombres, de 60 a 65 años, no resuelven el aumento permanente del pago de las pensiones.  Aunque son sumamente bajas, ya representan un peso extraordinario en la económica nacional debido a la gran cantidad de jubilados, con un monto aproximado de 5,2 miles de millones de pesos proyectados para 2011, que se financiarán en un 47,0 por ciento con cargo al presupuesto, al ser insuficientes los ingresos por la contribución a la Seguridad Social.  La pensión media mensual será de 255 pesos -equivalentes a 10 pesos convertibles (CUC) de acuerdo con el precio oficial de esa moneda-, y habrá 1,7 millones de beneficiarios del sistema, según informó la ministra de Finanzas y Precios en la sesión de la Asamblea Nacional efectuada en diciembre de 2011.

Actualmente, los gastos en Seguridad Social representan un 12,0 por ciento de los gastos totales y un 11,0 por ciento de los gastos corrientes del Presupuesto, según los datos publicados sobre su ejecución en 2010.  Desde hace tiempo la contribución a la Seguridad Social solo financia parte de sus gastos, por lo que se requiere tomar de otras fuentes del Presupuesto, con lo cual se constriñen los recursos financieros disponibles para enfrentar otras necesidades.  Esa tendencia continuará en aumento según envejezca la población, con las consiguientes presiones sobre la capacidad de financiación del país.  Los gastos generados por el paulatino envejecimiento poblacional no serán solamente los demandados por el sistema de pensiones, sino también los necesarios para la atención de la salud, así como la alimentación especial, adaptación de las vías y una amplia gama de productos y servicios, que ese sector etario requiere.  Estos retos serán imposibles de vencer en las actuales condiciones de crisis nacional, con una capacidad exigua de ahorro y, por consecuencia, muy limitadas posibilidades de inversión en hospitales, asilos y en los servicios de geriatría y gerontología que de manera creciente demandará este crítico escenario.

El problema demográfico de Cuba es altamente preocupante y de muy difícil solución. Para que no siga agravándose, el único camino posible es el inicio de reformas estructurales y de conceptos reales, que conduzcan a una reconstrucción del país y al rescate de la esperanza en un mejor destino nacional que frene el masivo éxodo de la población y motive a las familias a reproducirse en un ambiente de progreso y confianza en el futuro.  Hasta que esto no se logre, la situación seguirá empeorando en términos demográficos.  Una verdadera bomba de tiempo, con consecuencias imprevisibles.

Este artículo fue publicado en Espacio Laical Feb 2012

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