La Paradoja de los Derechos Humanos en Cuba y el Premio Nobel de la Paz

Como a muchos, me inquieta el caso que ocupa las primeras páginas de la prensa mundial, sobre la admirable hazaña del invidente disidente chino Chen Guangcheng, quien se convirtió en una persona celebre al lograr escapar y refugiarse en la Embajada de Estados Unidos en Beijing, para tristemente ser devuelto a las autoridades chinas. Inquieta por los acontecimientos, sentí la curiosidad de escarbar un poco en el tema de todos los disidentes y defensores de los derechos humanos. Hallé una similitud escalofriante en los métodos represivos y carcelarios de los países comunistas, tal como, la creación de expedientes de peligrosidad para controlar a cualquier ciudadano que disienta pacíficamente, marginación social, represión sistemática, supresión de los derechos de expresión, reunión y movimiento, abuso físico, arrestos domiciliarios, prisión por desacato y condiciones infrahumanas en sus prisiones.

¿Qué significa ser disidente? En mi humilde opinión, una persona digna que lo arriesga todo por sus convicciones y por un noble objetivo. Muchos libros han recogido las proezas de hombres y mujeres.  El libro Disidencia de nuestro amigo Ariel Hidalgo, relata claramente el perfil de un disidente cubano, así como las humillaciones y castigos que sufre por su desafío. Algunos perecen en cárceles, otros deambulan marginados bajo un sistema que asfixia y aquellos que consiguen vivir en libertad, permanecen infelices por la ausencia de patria. Parece mentira que tanto Fidel como Raúl Castro, disidentes de la dictadura de Batista, no admitan que hay hombres que prefieren morir con dignidad antes que vivir sometidos al silencio. ¿Qué les pasó? El elixir del poder que, aplasta los ideales y saca a flote las miserias humanas. De qué vale una revolución con méritos sociales, si coacciona la libertad.

De hecho, existe otro aspecto interesante, que es la importancia del Premio Nobel de la Paz en la vida de los disidentes y en la evolución de sus respectivos países. El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a 99 personas y a 23 organizaciones desde su creación en 1901. Asombrosamente, Adolf Hitler fue nominado en 1939 y Joseph Stalin en 1945 y 1948. Y para mi incredulidad, Mahatma Gandhi jamás fue premiado, a pesar de ser nominado cinco veces entre 1937-1947, debido a que antes de 1960 solo se otorgaba el premio a europeos y americanos. Sin embargo, otros ganadores del Premio Nobel de la Paz en las últimas cinco décadas han marcado la historia, por ejemplo, Martin Luther King Jr. (1964), Andrei Dmitriyevich Sakharov (1975), Lech Walesa (1983), Aun San Suu Kyi (1991), y  Liu Xiaobo (2010).

 

Me supera la grandeza de espíritu y la perseverancia de hombres y mujeres que se mantienen firmes en la defensa de los derechos humanos. Al mismo tiempo, me sorprende que ningún disidente cubano haya ganado el Premio Nobel de la Paz. ¿Por qué? Durante más de 50 años, Cuba ha parido miles de disidentes de la estirpe de Mario Chanes de Armas, veterano del asalto al cuartel Moncada y condenado a 30 años de prisión por expresar su desacuerdo con la revolución. Es una injusticia que Chanes de Armas, considerado el preso más antiguo del mundo haya muerto sin recibir el Premio Nobel de la Paz. Otros como Pedro Luis Boitel, Guillermo Fariñas y Orlando Zapata han muerto en huelga de hambre. El disidente Oscar Elías Biscet denunció los métodos abortivos utilizados en el sistema de salud cubano y lo sentenciaron a 25 años de cárcel por su oposición pacífica y aunque liberado, es constantemente vigilado. Biscet está nominado al Premio Nobel de la Paz este año como en otras ocasiones. Oswaldo Paya Sardiñas, coordinador del Movimiento Cristiano de Liberación y disidente con una extraordinaria trayectoria pacifica, ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz cuatro veces y también este año, junto a Las Damas de Blanco y Yoani Sánchez.  El disidente Elizardo Sánchez jamás ha sido nominado, a pesar de ser una de las figuras principales de la disidencia cubana. Elizardo preside la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, mediante la cual durante años ha recopilado y denunciado la mayoría de las violaciones de derechos humanos en Cuba. Es increíble la ausencia de información sobre Elizardo Sánchez en Wikipedia y otros medios de la red. Pero, abundan las calumnias sobre Elizardo, provenientes de ciertos personajes del exilio y el descredito de los amigos de la revolución. ¿Por qué el nombramiento de algunos disidentes cubanos y la omisión de otros?

 

Sin politizar en el asunto, creo existen varias razones. Este prestigioso premio se confiere "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz." Subrayo estas dos palabras, porque es imposible recabar apoyo mundial para el premio, si no existe entre los mismos cubanos fraternidad y procesos de paz para la nación cubana. La disidencia cubana ha sufrido una metamorfosis debido a la longitud de la dictadura en Cuba. Al estar marginados y perseguidos se resguardan en quienes les ofrecen apoyo y a veces sin darse cuenta, se transforman en pelota de ping pong entre los Castros y los politólogos de Miami. El apoyo que reciben se basa en su maleabilidad para promover la misión de las organizaciones del exilio, sin importarles el riesgo que ellos corran. Con este mismo criterio les nominan para el Premio Nobel de la Paz. Además, miembros del Congreso americano se inmiscuyen en las nominaciones, validando la queja del gobierno cubano sobre la agresión por parte de Estados Unidos. Por último, está el detonante del embargo económico a Cuba, hábilmente usado por el gobierno cubano para tapar todas las deficiencias del país y recabar apoyo internacional. Otro obstáculo para la premiación, porque aceptar el embargo económico de Estados Unidos a Cuba, es restar al proceso de paz.

Hago hincapié en el Premio Nobel de la Paz porque es neutro y de suma importancia para proteger a los disidentes y encausar democracias.  La ausencia de tan prestigioso premio a un disidente cubano, es un reflejo de no tener fuerza moral para concebir la evolución que todos aspiramos en Cuba.

Tal vez ha llegado la hora de aceptar que todos nos hemos equivocado. ¿Cuántos años más necesitamos tirar de la soga sin resultado alguno? Para que impere el respeto a los derechos humanos tiene que existir el acoplamiento ideal, justo y sin extremismos.

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