“Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo
y que el mundo se abra a Cuba para que este pueblo,
que anhela la concordia y la paz, pueda mirar al futuro con esperanza…”
Juan Pablo II
Pregonar la verdad
Juan Pablo II, en su histórica visita en el 1998, llenó de enseñanzas y esperanzas el alma de muchos cubanos, reavivó el deseo de trabajar audazmente, para el avance por un futuro mejor, por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación. Juan Pablo II, Pregonero de la Verdad, en cada diálogo y discernimiento, siempre, quería escuchar, sobre todas las cosas, la verdad de la persona, como laico, como hombre, o como gobernante, escuchar la realidad que vive Cuba, pero la verdad. La propia libertad, la propia originalidad, son dones de Dios para el servicio del mundo.
El Papa Benedicto XVI, reconoce que “ en muchas partes del mundo, existe una crisis espiritual y moral, que deja al hombre vacío de valores, desprotegiéndolo de la ambición y el egoísmo de ciertos poderes que no tienen en cuenta el bien auténtico de las personas y las familias (…) el progreso verdadero, que coloque en el centro a la persona humana, teniendo en cuenta sus exigencias más auténticas (…) la regeneración de las sociedades y del mundo requiere de hombres rectos, de firmes convicciones morales y altos valores de fondo que no sean manipulables por estrechos intereses y que respondan a la naturaleza inmutable y trascendente del ser humano”.
¿Y el ser humano en Cuba?
La situación actual de Cuba y su régimen político, no permiten al hombre abrirse al mundo, y su pueblo reclama por derecho, la libertad de expresión, la unión de todas las familias que han sido divididas, la eliminación de la pobreza, la asociación en la sociedad civil, reavivar la fe en Cristo y recuperar los valores, para el desarrollo integral del ser humano.
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