La Guerra contra la Navidad comienza aproximadamente en la misma época cada año, cuando las tiendas comienzan a vender árboles de Navidad de plástico o cortados de los bosques y gigantes inflables de Papá Noel. Dependiendo de cuáles son los medios de comunicación, esta guerra se perfila con mayor o menor intensidad como un esfuerzo subversivo de los liberales de izquierda para borrar todo rastro del cristianismo. ¡Y lo están logrando! Cada vez se ven menos adornos con las imágenes del Niño Jesús, María, José, los magos y los pastores, pese a que esas "fiestas" son conmemorativas de un hecho ocurrido hace 20 siglos que cambió el rumbo de la civilización hasta edificar la sociedad moderna. De hecho, esos motivos conmemorativos prácticamente han desaparecido de las tiendas, de las postales y de los arreglos luminosos frente a muchos hogares que se regalan a nuestra vista en esta época del año.
Lo cierto es que, durante siglos, la gente ha estado celebrando la Navidad con los negocios cerrados, yendo a la iglesia, cantando villancicos y disfrutando de la sidra, el champan o el vino con familiares y amigos. Sin embargo, la guerra contra la Navidad no es nada nuevo.
En 1657, el Parlamento británico prohibió cerrar negocios en Navidad o asistir o celebrar un culto navideño. Pero el pueblo inglés decidió que no dejaría de lado sus festividades sin luchar. Se produjeron disturbios y protestas callejeras, mientras que muchas personas seguían celebrando la Navidad clandestinamente, en privado, dentro de sus hogares o, incluso, en sus lugares de culto.
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