La humanidad aún no ha conocido un auténtico capitalismo que funcione con una amplia libertad de empresa, la que, a su vez, sea protegida por el control del Estado para evitar o castigar los abusos que pueden desembocar en monopolios y oligopolios, así como en fraudes y corrupción administrativa. Hoy, como hace doscientos cincuenta años, el ser humano no ha encontrado la fórmula para emitir dinero al ritmo que precisa el mercado. El fracaso de la utilidad de la Ecuación Cuantitativa (la existencia de una relación directa entre la cantidad de dinero y el nivel general de los precios), la Regla de Taylor (indicador que sirve para determinar el tipo de interés necesario para estabilizar una economía en el corto plazo, pero manteniendo el crecimiento a largo plazo), etc. son la prueba de cargo.
El tipo (o tasa) de interés que establecen instituciones como la Reserva Federal en Estados Unidos suele establecerse según las expectativas de inflación. La inflación no es más que la pérdida de poder adquisitivo del dinero disponible en cuanto al precio ascendente de otros bienes, mientras que el tipo de interés busca equiparar ese déficit, de modo que los prestamistas compensen las pérdidas que provoca la inflación. En otras palabras, el tipo de interés es una herramienta en manos de los bancos centrales que debe regirse según un valor matemático y real de la cantidad de dinero que necesita la economía para que el dinero mantenga su poder adquisitivo.
La Reserva Federal no es más que uno de los bancos centrales que existen en muchos países y que, en Estados Unidos, no sólo fija el tipo de interés sino controla la emisión monetaria y regula los mercados financieros. La práctica relativa al control de la inflación consiste en determinar el tipo de interés que han de cobrar por los préstamos, pero a un nivel más bajo que el de mercado. Por tanto, esto debería conducir a la quiebra del banco central. Sin embargo, como puede imprimir dinero a voluntad, esto no suele ocurrir mientras la política monetaria sea suficientemente racional. De modo que este nivel permite que los bancos comerciales presten gran cantidad de dinero obtenido a un tipo más bajo del banco central, estableciendo así el tipo de interés que ha de predominar en la economía en determinado momento. Sencillamente, se trata de que nadie pediría un préstamo a un tipo mayor estando disponible uno con un tipo menor.
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