En el Condado de Miami-Dade, en el Sur de la Florida, aumentaron el presupuesto en medio de un período de aguda recesión económica. Esto implica un alza de los impuestos para la mayoría de sus habitantes. De nada valieron sus protestas. Pero estos acontecimientos no son una aberración provocada por autoridades carentes de un sentido del límite y la moderación, sino que se repiten en muchas partes del mundo sin que parezca haber racionalidad alguna en esta carrera desenfrenada de despilfarro presupuestario.
Cuando se debaten cifras tan astronómicas, según el idioma y la cultura se miden de forma diferente. Es decir, un billón, en inglés o en español tiene una cantidad diferente de ceros, lo cual contribuye a la confusión de la mayoría de la gente, frustrada por su incapacidad de imaginar su magnitud.
Como el idioma universal de los negocios y las finanzas es el inglés, se impone la idea del billón en los medios, los informes y la contabilidad como el equivalente a mil millones. Es decir, un 1 seguido por nueve ceros. Parece una cifra muy grande, ¡y lo es!, pero como el gasto desenfrenado ahora se mide en cientos y hasta miles de billones (trillones en inglés), la gente se va acostumbrando a tomar a la ligera la idea de un simple "billoncito" o dos.
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