La educación en Cuba avanzó de forma notable: acceso universal y gratuito con efectos positivos en los sectores de menor ingreso, afrocubanos, mujeres y rurales.
Pero adolecía de ideologización, criterio único, exclusión al nivel superior de personas religiosas o contrarias a la ideología oficial, y confiscación de toda la educación privada.
Actualmente la educación está afectada por otros tres factores:
He señalado anteriormente que la política económica del actual gobierno cubano, de obstaculizar la economía privada, la asociada y las inversiones de los emigrados cubanos y de favorecer las inversiones extranjeras principalmente estadounidenses, podrían llevar a Cuba a una situación de anexionismo virtual a EEUU, si en definitiva se permite la inversión y la contratación libres, algo que no parece dispuesto a asimilar el sistema estatal-socialista.
Pero ¿tendría que ser necesariamente así?, ¿tendría Cuba que ser anexada virtualmente a EEUU para poder desarrollar el país? ¿Tendría Cuba que depender de EEUU y de la inversión extranjera en general?
Mi respuesta clara es NO. Cuba sí necesita inversiones y mercado internacional para su desarrollo; pero no precisa depender de las inversiones norteamericanas ni en general del capital extranjero para desarrollar su economía.
El análisis de estos cuatro elementos básicos, -puede haber otros-, sugiere que Cuba pudiera resolver sus necesidades de inversión de capital sin tener que acudir al capital propiamente estadounidense o extranjero en general, como sugieren el gobierno, economistas oficialistas cubanos, y otros que no imaginan a Cuba sino sujeta a los capitales de EEUU.
“Donde los hombres no vivan del amor, morirán a causa del poder.
Porque el poder inspira miedo, y el miedo es lo opuesto al amor”
(Vincent Edward Smith, “Footnotes for the Atom”)
1-Introducción general
Las anteriores líneas fueron escritas por un filósofo norteamericano, V. E. Smith, de la Universidad Católica de América, en un libro sobre el Atomo de 1951. O sea, se trata de un laico, no de un cura, y por ello me parece que las palabras tienen más valor. Smith escribió un libro de Física y trabajó como ingeniero de radar en la segunda guerra mundial. Solo un hombre que ha pasado por la experiencia de la guerra puede hablar así. Repito:
“Donde los hombres no vivan del amor, morirán a causa del poder. Porque el poder inspira miedo, y el miedo es lo opuesto al amor”.
Y esa, creo, que ha sido la situación perenne de Cuba: el ambiente de guerra. Los cubanos en 57 años han vivido siempre con el miedo a la guerra, miedo a un invasor yanqui que tipifica todos los males del mundo, pero que nunca llega, y que solo sirvió a Fidel Castro para aterrorizar al pueblo cubano, encerrándolo en una jaula gigantesca rodeada de mar. Jaula que se justifica para proteger a la Revolución, pero más bien se usa para encerrar y domesticar a los cubanos cuya única aspiración humana es… precisamente… salirse de la jaula.
Creo que en esa contraposición que hace Smith entre el miedo y el amor se resume muy bien lo más profundo del drama actual que vive no solo Cuba sino la humanidad entera. Y este daño que sufre el amor a causa del miedo es lo que pudiéramos llamar “daño antropológico”.
In the 1950s and early 1960s, a number of social scientists had a dim view of direct popular influence on public policies.
These individuals had been alarmed by fascist and/or communist movements in Europe in the early decades of the 20th century which received widespread support from the working- and/or lower-middle-classes. During the 1930s, 1940s, and early 1950s, several movements in the United States, such as Huey Long’s Share Our Wealth program, Father Coughlin’s sizable radio audience, William Lemke’s Union Party, and, somewhat later, Joseph R. McCarthy’s supporters, also unnerved many of those already suspicious of grassroots populism.
Their notions crystallized into a body of thought that came to be known as “empirical democratic theory.” Although different writers focused on diverse topics, the theory had basically two commonalities: (1) proponents relied heavily on the then-recently developed practice of scientific public opinion polling; and (2) most of the empirically oriented theorists stressed the mass public’s political limitations. The empirical democratic theorists argued that public opinion polls from the 1930s to the 1950s overwhelmingly documented ordinary people’s passivity, political ignorance, and anti-civil-libertarian proclivities. Consequently, these theorists touted political elites’ critical role in maintaining democratic stability.
For a brief period, the empirical democratic theory held sway among some social scientists.
A finales de los años 70, siendo Director General de Banco Ganadero y Agrícola en mi estado, Sonora, con frecuencia viajaba a la ciudad de Mexico y siempre tenía la gran oportunidad de compartir con un hombre sabio, maestro, y gran banquero, Rubén Aguilar, en aquella época Director General de Banamex. Navegábamos la administración de López Portillo y la fiebre del petróleo que provocaba ilusiones, endeudamiento masivo, y el presidente arengándonos: “Debemos prepararnos para manejar la abundancia”.
En una ocasión, en la sobremesa de una comida, Rubén muy serio me dice: “No me gusta la tendencia de un mundo que cada día se sumerge más en un profundo mar de deuda. Creo que estamos cayendo en el abuso e irresponsabilidad. No se está creando suficiente capital para sostener el crecimiento explosivo de esa deuda. A veces pienso que, si se pudiera hacer un experimento y congelar el tiempo, pasar luego a liquidar todos los activos de los bancos, no sería suficiente para pagar sus pasivos”.
Esa conversación la teníamos, antes de la aparición del hombre que provocara la revolución de la deuda y de los mercados financieros, Mike Milken. Antes de la emergencia de la ingeniería financiera, de los bonos chatarra, las compras apalancadas, la toma de empresas por asalto, fondos de inversión a base de endeudamiento y, sobre todo, de los expansivos gobiernos demandando crédito para soportar su gigantismo, las grandes pérdidas generadas por sus empresas estatales, sus guerras y, en especial, su corrupción. En los años 80 seriamos testigos de operaciones como la toma por asalto de Nabisco, por $24 billones de dólares, totalmente financiada con deuda.