He estado pensando en José Gabriel Barrenechea y sus compañeros de prisión
No sé si es por su apellido impronunciable, o por su imagen serenamente viril, o por el horror de no habérsele permitido acompañar la muerte de su madre, o por el silencio inexcusable del gremio de intelectuales cubanos… no sé si por alguna de estas razones o por la confluencia de todas ellas, pero lo cierto es que el Barrenechea se nos ha hecho cercano, se nos ha ido metiendo en el alma, e incluso muchos de los que no lo conocíamos hemos empezado a sentir por él la simpatía profunda que genera en un pueblo la actitud digna de un hombre frente a la injusticia descarnada, frente al abuso vulgar, frente a la venganza política.
Encrucijada, 7 de noviembre de 2024: más de 48 horas sin corriente, ¡más de dos días sin electricidad! ¿Y lo único que hicieron fue golpear calderos y gritar: “¡Queremos corriente!”? En cualquier otro lugar del planeta lo menos que hubieran hecho habría sido prenderle fuego a la sede de gobierno. Pero en Cuba las cosas son distintas, en Cuba siempre aplica el principio del 90 sobre 10, que dice que, cuando una reacción es desproporcionada, el 10% corresponde a lo que realmente ocurrió, y el 90% corresponde a aquello que está debajo, escondido, a aquello que no se dice pero que es, en realidad, la causa de esa reacción desproporcionada.
Cuba es un país politizado, Cuba es una dictadura donde todo responde a un principio único: no se puede cuestionar el poder. El gran decreto no escrito que rige a este país es la obligación de someterse, de callar, de aguantar, de resistir.
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