“Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación”. Sal 89*
Sor Nadieska Almeida, HC
17 de septiembre de 2025
Es una verdad que percibo, en nuestra realidad cubana no puede existir otro consuelo, o yo no encuentro otro que el que me ofrece el salmista.
Llevamos décadas, y podemos contar generaciones, cargando con un sufrimiento que parece eternizarse. Me duele mucho ver cómo nos vamos amoldando a lo que se nos impone y, aunque lo queramos negar, formamos parte de una “continuidad” que nos ha llevado a empobrecernos más y más como nación.
No dejo de preguntarme cuánto seremos capaces de callar, soportar… y no tengo respuestas porque, como muchos, aunque quiero gritar, reclamar, buscar alternativas… me muerdo los labios y se apodera de mí la impotencia engendrando una indignación que me lleva hasta las lágrimas que brotan mezcladas de dolor, angustia y agotamiento.
Sufro, como la mayoría, la falta de corriente, y en mis reflexiones reconozco que en esa situación que se ha vuelto cotidiana la ansiedad nos asalta: “que si la ponen, cuándo la van a quitar; o si la quitan, cuándo la vuelven a poner”. Perdernos en esa ansiedad nos impide pensar con claridad, reconocer que podemos aspirar a una vida digna.
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