Es importante recordar que en febrero de 2020, cuando estallaba el pánico inducido por el fantasma de la pandemia y se le exigía al gobierno de Estados Unidos un control absoluto de la economía y la vida social del país, el New York Post publicó un artículo titulado “No compres el relato de China: El coronavirus puede haberse filtrado de un laboratorio”.
El mes pasado se cumplieron tres años de la publicación de ese artículo y el periódico neyorkino publicó un reportaje sobre cómo el artículo fue suprimido de todos los demás medios de información, censurado como "desinformación". Las grandes empresas tecnológicas y muchos expertos encabezados por el Dr. Anthony Fauci, hicieron callar toda voz disidente y suprimieron cualquier idea de que China pudiera haber desarrollado el virus en el laboratorio biológico de nivel 4 ubicado en Wuhan, dirigido por el Ministerio de Defensa bajo el control del Partido Comunista de China.
Este contubernio con China ha intentado edulcorar durante los últimos 40 años la cruel dictadura que domina ese país y pretende establecer su hegemonía mundial. Con ese propósito, el sociólogo Steven W. Mosher, un catedrático destacado de la Universidad de Stanford, fue el primer académico en visitar la China comunista y en conducir un estudio del sistema en 1979/1980 en misión encomendada por el Presidente Carter con el consentimiento del dictador chino.
No obstante, Mosher tuvo la osadía de destapar públicamente, entre otras barbaridades, la terrible política china de abortos forzados y el Gobierno chino lo expulsó sumariamente de su país. La Universidad de Stanford, temerosa de ofender a sus socios comunistas, también lo expulsó tachando su estudio de pura "desinformación".
Poco después, el Senador Jesse Helms (R-Carolina del Norte) aventó el tema ante el Senado y entonces los Demócratas le exigieron que organizara una sesión informativa para escuchar las consideraciones y descargos del Departamento de Estado sobre este y otros temas relacionados con China.
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