Como fue informado en este medio, la ONG Prisoners Defenders, con sede en Madrid, reveló que se firmó un acuerdo entre los gobiernos de Cuba y Rusia según el cual Cuba enviaría soldados para unirse a la guerra en Ucrania. Tal evento plantea muchas preguntas importantes.
El dramático motín fallido del Grupo Wagner dejó en claro algo que el Kremlin sabía desde hace mucho tiempo. El grupo, particularmente su líder Yevgeny Prigozhin, se convirtió en un problema para Rusia en el frente domestico y en el frente de batalla.
El grupo tiene poca formación militar y ha servido como carne de cañón en la guerra. Miles de sus combatientes cayeron en batalla. El grupo ha sido una salida conveniente para el régimen de Vladimir Putin ya que permitió sacrificar criminales cuyas vidas eran prescindibles. Así también evitó una crisis de legitimidad interna. A la vez, el inescrupuloso carácter del grupo tendría un efecto intimidador sobre el enemigo ucraniano.
Asimismo, el grupo desempeñó un papel fundamental en varias partes del mundo, donde sus operaciones están ligadas a la comunidad militar y de inteligencia rusa. El grupo brindó servicios de seguridad y asistencia paramilitar y lanzó campañas de desinformación para regímenes y grupos políticos en Sudán, la República Centroafricana, Malí, Libia, Siria y Venezuela.
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