Retrato de la Asamblea Nacional del Poder Popular
Afirmar que en Cuba existe un Parlamento es una burla a los principios del constitucionalismo clásico.
Los parlamentos, primeramente, fueron las reuniones de los representantes de la nobleza, el clero y de las ciudades con derecho a ello, que los monarcas europeos convocaban para aprobar la imposición de gravámenes y otros asuntos. En dichas reuniones se partía del principio aceptado por las partes de que el soberano sólo podía exigir tributos con el consentimiento de sus súbditos.
Los parlamentos que hoy se conocen son los órganos supremos del poder del Estado, con poderes legislativos. Son integrados por representantes elegidos por el pueblo. Pero en el caso de Cuba esto no se cumple, dado que la Ley No. 72 de 1992, le da potestad a la Comisión Electoral Nacional para elegir el 50% de los diputados, sin el voto directo y secreto de la población.
Con este proceder, la Comisión Electoral Nacional aplica un dedazo que le permite al Partido Comunista, amparado en una ley inconstitucional, colocar a sus cuadros políticos y gubernamentales como diputados en el seno del Parlamento.
Es falso que la Asamblea Nacional del Poder Popular se ocupe de elaborar y aprobar las diferentes normas jurídicas, garantizar el funcionamiento de las instituciones del Estado, así como velar y someter a escrutinio cuando los casos lo requieran a los dirigentes del Estado y del Gobierno. Esto no es posible aunque lo diputados lo deseen, debido a que tienen que limitarse a apoyar y votar unánimemente los temas sometidos a debate que previamente les impuso el Partido Comunista en el orden del día.
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