En medio de los tremedales que han distorsionado revoluciones en la historia contemporánea global, ha proliferado la idea que las armas del pueblo solo están en los cuarteles, me atrevería a agregar igualmente que el voto es el instrumento ciudadano para lograr los cambios en paz, suficientes para evitar “los baños de sangre” publicitados por el candidato del régimen y su política terrorista.
Desde el surgimiento de las movilizaciones de los trabajadores un siglo atrás en nuestro país ha estado presente la aspiración a una sociedad plena, de respeto a los derechos humanos, de libertades democráticas y promotora del trabajo digno, bajo la protección de un estado que garantice la convivencia en medio de la diversidad y la integración como nación.
Durante ese lapso esa voluntad de los trabajadores ha sido demostrada ante un país que alcanzó tardíamente el siglo XX en 1936, luego en 1958 con la apertura del pacto democrático más extenso de nuestra historia republicana, y durante todo el siglo XXI en procura de mantener vigentes nuestros derechos sindicales y laborales frente a un régimen que ha violentado los convenios y leyes reguladoras del trabajo.
Hoy luego de haber transcurrido un cuarto del nuevo siglo nuestro país vuelve a ser el foco de atención tanto regional como mundial, en el contexto de dirimir mediante los principios constitucionales la confrontación política, en el contexto de las elecciones presidenciales del próximo domingo 28 de Julio, ejerciendo el poder del voto como el instrumento más propicio a los cambios que preserven como resultado el camino hacia la paz y la convivencia nacional.
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