Mi artículo publicado la semana pasada sobre las sanciones y su impacto en las condiciones de vida del pueblo venezolano, ha generado comentarios de diferentes sectores representativos del mundo de los trabajadores, los empresarios, académicos, algunos coincidentes otros divergentes con lo planteado sobre el polémico tema.
Por tanto ¿Quién dijo miedo? bienvenido sea un debate sobre este asunto crucial, cuya dimensión implica abordarlo en la etapa histórica de mayores contradicciones en nuestro país. La importancia de la cuestión planteada ameritaría desarrollar una especie de foro nacional donde participe la academia, las ONGs, organizaciones sindicales, organizaciones gremiales empresariales, los partidos políticos, la iglesia, y en primera instancia el gobierno nacional como responsable de las políticas económicas y sociales durante el siglo XXI y particularmente durante la gestión de Nicolás Maduro.
Gestión que aborda la cuestión de las sanciones solo desde el terreno de la propaganda, colocando a los diferentes actores del dialogo social y a actores políticos, bajo la confesión de delito de conciencia que conlleve a aprobar su argumento como condición para entablar acuerdos. En pocas palabras su praxis es arrodillar al adversario para agregarlo como oveja a su redil.
Entre tanto en el método de las ciencias sociales prevalece como punto de partida, el análisis de los datos fácticos, las estadísticas, los números, las evidencias concretas, en resumen, la objetividad en el tratamiento de la información, a diferencia de este caso donde el estado define acciones a partir de las opiniones, los prejuicios, la subjetividad, la manipulación de la información como política pública.
La imposición de una versión distorsionada de la realidad como política de estado tuvo entre tantos casos a Goebbels, Stalin, Fidel Castro, Francisco Franco y en la actualidad Vladimir Putin, Kim Jong-Un, como registro de los ejemplos más perversos de la historia, temática tratada magistralmente en la obra 1984 de George Orwell.