Estamos frente a una emergencia nacional y necesitamos desesperadamente quien nos venga arreglar este camión destartalado, sin dirección y sin frenos, que desde hace rato viene rodando pen-diente abajo hacia el fondo del cañón. De poco le servirá a Colombia hoy el charlatán promesero, el mecánico chambón o el cazador de fortunas. La emergencia requiere profesionales especializados que, además, den garantía de absoluta honradez.
A los profesionales especializados de la cosa pública los llamamos POLÍTICOS. Así, con mayús-culas: Colombia necesita hoy más que nunca de políticos. ¿Dónde encontrarlos? ¡Ahí está el pro-blema! El cínico Diógenes perdía su tiempo dando vueltas por las calles oscuras de la ciudad buscando con su vieja linterna un hombre; y dicen que no lo encontró.
¡Cómo quisiéramos hoy disponer de una poderosa linterna de Diógenes que nos ayude a descubrir auténticos políticos! No políticos disfrazados de tales. Ni politiqueros, antítesis bastarda de los pro-fesionales de la política. De éstos últimos hay por cantidades. Nos sobran, nos estorban, nos perjudican. ¡Lástima que por las leyes de Colombia, esta especie es de prohibida exportación!
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