Hablamos con los tres investigadores que han puesto patas arriba el mundo de las revistas académicas ‘políticamente correctas’ desencadenando con ello una caza de brujas.
En octubre saltó a los medios la espectacular broma que tres investigadores habían planificado a lo largo de un año y medio para poner patas arriba el sistema de validación de las revistas académicas norteamericanas y las bases teóricas de la izquierda posmoderna. El asunto trascendió en la prensa española con menos ruido del imaginable, aunque se supo. Peter Boghossian, James A. Lindsay y Helen Pluckrose habían conseguido colar 12 artículos falsos con tesis abominables en las principales gacetas académicas especializadas en asuntos de género y diversidad. Querían demostrar que los departamentos de humanidades están lo suficientemente infectados de relativismo moral ‘posmo‘ como para permitir citas del ‘Mein Kampf ‘siempre que se les aplique un filtro de lenguaje inclusivo. Sustituyeron “judío” por “hombre blanco heterosexual” y lo lograron que Hitler se convirtiera en un referente teórico aceptable.
El escándalo fue superior al que produjo Alan Sokal con sus ‘Imposturas intelectuales’. Si aquel científico quería demostrar que las revistas de filosofía contemporáneas son capaces de publicar sinsentidos siempre que vengan redactados con pompa y muchas referencias a Kristeva, el nuevo trío de bromistas fue mucho más allá. Demostraron que el esquema moral de la izquierda contemporánea está torcido por una pésima digestión de Foucault y Derrida, y que la división de la sociedad entre grupos oprimidos y grupos opresores permite que se publiquen auténticos alegatos racistas y sexistas, siempre que se elija bien el color y el sexo para el que se va a exigir el castigo.
Sin embargo, nadie ha informado en nuestro país sobre las consecuencias que está teniendo la broma para sus autores. El Confidencial se ha comunicado con Peter Boghossian, James A. Lindsay y Helen Pluckrose, y también con Mike Nayna, que prepara un documental sobre la reacción vengativa de los departamentos humanísticos a los que estos tres genios han dejado con el culo al aire.
La gran broma
Pero antes, un repaso a la gigantesca broma. El funcionamiento de las revistas académicas es el siguiente: los investigadores mandan su trabajo, fruto de una investigación; si el editor lo considera interesante, lo envía a una serie de críticos que llevan a cabo una lectura a fondo; estos revisan los argumentos y las fuentes de la investigación y proponen a los autores cambios y mejoras. Es un proceso duro que se prolonga durante meses, cuya finalidad es mantener un estándar de excelencia en la publicación. Boghossian, Lindsay y Pluckrose pasaron todas estas pruebas con auténticas atrocidades.
En ‘Reacciones humanas a la cultura de la violación y la performatividad queer en parques urbanos para perros en Portland, Oregon‘, supuestamente investigaron a centenares de perros que follaban en los parques de Portland, interrogaron a sus dueños sobre su sexualidad y, tras una marabunta de jerga académica y falsas estadísticas, concluyeron que si el feminismo quiere destruir la cultura de la violación, lo mejor es educar a los hombres como si fueran mascotas. La dirección de la revista no sólo publicó las conclusiones, sino que dijo que deberían extender una beca a los autores y concederles algún tipo de premio ...
[ Texto completo ]
Lea también/Read:
Freedom of expression and freedom of conscience are not respected at Berkeley's University